viernes, 6 de abril de 2012

"Ecos de Alberione" - 13

“Hacia el umbral del futuro”

Para nuestro Fundador las ciencias eran como un medio que le permiten al hombre encaminarse hacia Dios; las preguntas existenciales ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿por qué existo? se constituyeron en el corolario de la búsqueda de la verdad y del por qué de la existencia humana. Alberione supo aprovechar esta sed de “conocimiento” y esa falta de respuesta por parte de la ciencia y la técnica, que no satisfizo al hombre de sus tiempos. Lo interesante en todo esto es que nuestro Beato encontró la forma de encaminar y clarificar estas interrogantes a la luz de Dios.

…Las ciencias bien comprendidas conducen a Jesucristo, que es el camino hacia Dios; o sea, preparan para recibir la revelación de Jesucristo, el cual, como Dios, mientras al crear las cosas iluminó al hombre para que las conozca, quiso, para elevar al hombre... (Abundantes Divitae, 186).

Alberione creyó firmemente que los sacerdotes −como continuadores de la obra de Jesucristo− debían prepararse intelectualmente y espiritualmente. De manera que allanado el camino para el mundo racional la complementación con la fe era perfectamente posible. Muchas veces, la respuesta que los sacerdotes debían dar a la sociedad de su tiempo no lo complació del todo y cada vez, volvió con más insistencia en la necesidad de que la ciencia fuera entendida a la luz de Cristo, pero sin desmerecer el aporte de la razón.

…Los sacerdotes ¿cumplimos nuestro ministerio de dominar la ciencia e iluminar y guiar a los intelectuales para que profundicen su saber y en el fondo encuentren a Jesucristo y a Dios?...Actualmente se echa de menos la unificación de las ciencias en una filosofía que lleve a los intelectuales al umbral de la teología y a avive en ellos el deseo de otra luz, la de Cristo…
(Abundantes Divitae, 188 y 191).

Nuestro Fundador entendió que al hacer este esfuerzo por unificar el discurso de la fe y la ciencia sobre el hombre, el universo y Dios, se les abría a los intelectuales la posibilidad de aportar mayores luces para su discernimiento y reflexión. Además, postuló que la manifestación de “la luz de la gloria” (Concilio de Vienne-Francia contra los begardos) asistiría al mundo de la ciencia y la técnica en la medida que fuera dócil a la fe. Alberione definió a esta luz como la virtud sobrenatural que potencia la facultad cognoscitiva, haciéndola capaz de penetrar en la esencia de Dios.

…Cada ciencia, a través de la filosofía, enviará un rayo de luz a la teología, y las múltiples ciencias hallarán su unidad en la multiplicidad, y mediante la humildad de la fe se obtendrá la tercera revelación, la luz de la gloria… Todo esto se halla en el Maestro divino; ciencias naturales que se conocen por la luz natural de la razón; ciencias teológicas reveladas por Jesucristo; visión de todo en Dios, en la vida eterna, mediante la luz de la gloria… (Abundantes Divitae, 193 y 194).


Fredy Peña Tobar, s.s.p.

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