miércoles, 22 de mayo de 2013

Santiago Alberione y sus aportes a la evangelización mediática


                                                 


El beato Santiago Alberione (18841971) es el gran apóstol de la comunicación social en nuestros tiempos. Él ha fundado la Familia paulina “que nació de la Eucaristía y vive de la ella”, formada por diez ramas, cuyo carisma se condensa en el lema “Vivir en Cristo y comunicarlo a los hombres”, en la cultura de la comunicación social.

Alberione declara, con fuerza, que el fundamento o la clave de la eficacia salvífica de la evangelización, en la cultura de la comunicación social, como de cualquier otra forma de evangelización, es vivir en Cristo, condición esencial para poder darlo a la humanidad. Jesús lo afirmó, con toda claridad: “Quien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto” (Jn 15, 5).
El objetivo de toda la evangelización, la predicación y la catequesis es compartir, con Cristo, su misión salvadora a favor de la humanidad: “Salvar a los hombres para gloria del Padre”. Jesús resalta la importancia suprema de la salvación: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?” (Mt 16, 26). No se trata solo de liberar al hombre a nivel humano, sino de salvarlo; o sea, guiarlo a su destino supremo y eterno.
Jesús llamó a sus discípulos también los llama hoy, para que estén con Él, vivan con Él, unidos a Él; y los envía para evangelizar y humanizar en su nombre. La presencia salvadora de Cristo está asegurada por su palabra que no pasa: “No teman: Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Pero es necesario estar con Él para poder realizar su misión salvadora.
Una obra o actividad apostólica es la que tiene fuerza de salvación; que no consiste en lo que el discípulo hace y dice, sino lo que Jesús hace y dice mediante lo que vive, dice y hace el discípulo. “Sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). “No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes” (Mt 10, 20). “Apóstol es quien lleva a Cristo en su propia persona”, dice nuestro Beato.

 P. Jesús Álvarez, ssp  

domingo, 19 de mayo de 2013

El Hilo de Cristal en El Café del P. Hernán


En el Café del P. Hernán de mayo, realizado como siempre en el Auditorio Alberione de Editorial San Pablo, compartimos poesías, música, y además disfrutamos de la presentación del nuevo libro de Néstor F. Barbarito, “El Hilo de Cristal”. Aquí algunas fotos.

 Portada del libro

 Auditorio Alberione

 Néstor Barbarito y el diácono Ramón Delgado

 Ramón, Néstor y Luisita

El autor firmando ejemplares

miércoles, 15 de mayo de 2013

"Ecos de Alberione" - 26

SEGUNDO MISTERIO GLORIOSO


La Iglesia nos recuerda que Jesús, una vez cumplida su misión, en este mundo, debía gozar eternamente, primero por medio de su Resurrección y después en su gloriosa Ascensión.

Alberione quiso darle un sentido concreto a este gran misterio, sobre todo, con relación a “dar gloria al Padre”. Pudo sintetizarlo en dos principios: Jesús, en su petición al Padre de ser glorificado, aduce la razón: él ha glorificado al Padre; además, envió a los apóstoles para que vayan y lo anuncien dando gloria al Padre. Sin duda que nuestro Beato vio esta tarea del “anuncio del evangelio” como un verdadero ministerio.

Jesús recibió la misión recibida del Padre: enseñó a los hombres la doctrina celeste; reveló a los hombres una moral más perfecta y apuntó hacia una más alta. Se hizo para ellos Maestro y anunció en toda la tierra su doctrina… y sucesivamente encargó a los apóstoles que la predicaran en todas partes (RSP, p. 148).

Para quienes creemos en la Resurrección de Jesús y la nuestra, quizá, no hemos reparado en que el sacrificio de Cristo fue el poder salvarnos y darnos la posibilidad de ser nuevas creaturas. Alberione entendió que la “salvación” fue en rescate por los pecados del hombre o por los que viven como si Dios no existiera. Tal vez, en la actualidad, aún no se ha comprendido lo que significa recorrer un camino de santidad o de salvación, como lo asumió nuestro Beato.

Jesucristo, para salvar a las almas, vino del cielo y, como buen pastor, fue a buscar a la oveja perdida. Este mundo apremiado por sus pasiones, sigue caminos torcidos… Demasiado se piensa en la tierra, y poco en el cielo. Hombres fríos que no cuidan ni su propia alma, ¿cómo podrán transformarse en apóstoles? (RSP, p. 149).

La Iglesia necesita de hombres entusiastas, positivos y fervorosos para cumplir el mandamiento del amor. La familia Paulina también aspira a cumplir este propósito: la santidad de vida y un apostolado fecundo, cuya prioridad fundamental es la predicación de Cristo. Sabemos que la santidad, para muchos, no es un tema muy recurrente; no obstante, en nuestra condición de hijos de Dios, nos basta saber lo que Alberione asintió y plasmó con su vida: Si no nos amamos con un amor sobrenatural, no podremos amar como Jesús lo hizo. Quien se santifica, sin duda, santificará a otros; en cambio, quien peca no se ama a sí mismo ni al prójimo, y hasta podrá ser de escándalo y ocasión de ruina para los demás (RSP, p. 150).


Fredy Peña T., ssp

Papa Francisco

Ilustración: Las Melli

viernes, 3 de mayo de 2013

Ecos de Alberione - 25


Primer misterio de Gloria


        El jueves 7 de agosto de 1952, Alberione meditaba acerca de los misterios gloriosos y esbozaba algunas pautas de cómo puede entenderse la Resurrección de Cristo, y la nuestra.

A partir del relato de la resurrección de Lázaro, nuestro Beato establece una diferenciación entre aquella resurrección y la que será al final de los tiempos, es decir, la que ocurrirá al fin del mundo. Lázaro volvió a la vida, pero después tuvo que volver a experimentar la muerte. Alberione señala que la resurrección de Jesús era un hecho, puesto que una vez cumplida su misión en este mundo, lo había anunciado muchas veces: “El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará” (Mc 9, 31).
Su cuerpo no debía quedar en el sepulcro, con los estigmas de sus sufrimientos… ¿Su cuerpo no tendrá una glorificación? ¿Deberá soportar el poder de la muerte? No, Dios lo glorificó y está en el paraíso, sentado a la derecha del Padre (RSP, p. 144).
Hay una clara diferenciación que plantea Alberione entre aquellos que han creído en la persona de Jesús y los que no. Entre aquellos que aceptaron el llamado de Dios y los que decidieron rechazarlo. Entre los que asumieron una vida con Cristo y los que optaron por configurar una vida sin Él. Desde esta perspectiva, para nuestro Beato el hombre se juega su opción, en esta vida, ante la promesa de Jesús, ya que el inminente juicio de Dios, después de la muerte es inevitable. Resurgiremos todos, pero no todos del mismo modo… El cuerpo de los condenados llevará grabados los pecados en los varios sentidos que pecaron…En cambio, los cuerpos de los elegidos serán glorificados por haber sido compañeros del bien (RSP, p. 144-145).
El pensamiento de Alberione, con relación a la Resurrección, nos lleva a pensar que existía, en él, una visión muy clara y definida:”los que se salvan y los que se condenan”. Quizás, el imaginar cómo va a ser nuestra resurrección al final de los tiempos no es un tema que podamos resolver ahora, porque no lo sabemos. No obstante, el estar vivos, nos da la posibilidad de plasmar una vida diferente y más cercana a lo que Dios nos pide; y no interesa si llegamos a una perfección o no, lo que sí importa es si hubo un esfuerzo sincero de ser “mejores” y solo, en la conciencia de cada uno, estará la respuesta a esa realidad. Por ahora, gastemos la vida para el bien y Dios hará el resto. Dichosos aquellos que al anochecer pueden decir: ‘Estoy cansado…’, después de una jornada gastada por Dios… pues el descanso es para despertarse en un servicio más fervoroso al Señor y al apostolado más diligente, más eficaz y más inteligente (RSP, p. 146). 

Fredy Peña T., ssp

miércoles, 1 de mayo de 2013