viernes, 27 de julio de 2012

Vida de san Pablo en íconos - 2

Del libro "San Pablo, vida, íconos y encuentros", de la Hna. Teresa Groselj, hsp.


"Ecos de Alberione" - 20

Estar a solas con Jesús sacramentado


Una de las costumbres de Alberione era pedir la intercesión de los ángeles, para que como buenos discipulos de Jesús, supiéramos adorarlos como ellos lo adoran. Pero también privilegió, por sobre todas las cosas, la oración y entre ellas: la visita a Cristo sacramentado.

Nuestro Beato, en reiteradas ocasiones, hizo hincapié de que uno de los aspectos a cuidar en la espiritualidad paulina era la visita. Pues, en ella, había que pedir claridad de mente, es decir el acto de fe, ya que Jesús es Verdad; examen y propósitos, pues Jesús es Camino; y por último, oraciones y súplicas para obtener las gracias en: el estudio, el apostolado, la pobreza, pues Jesús es Vida. Además, tener en cuenta a María, que por medio del santo rosario, nos quiere favorecer como mediadora de toda gracia.

Para el Primer Maestro si la visita era hecha a conciencia, la persona realizaría bien los demás nenesteres de piedad como: la meditación, la comunión, y el oír la misa. Entiéndase bien esta distinción entre comunión y la misa. En aquel tiempo, se veían como dos realidades distintas. Recordemos que antes de la reforma litúrgica posconciliar, la celebración eucarística concedía una reducida participación activa a los fieles, y además estos no siempre se acercaban a comulgar.

P. Alberione fue un convencido que todo bien solo podía venir de Dios y con mayor razón de horas sentado frente al sagrario. Decía que el estar a solas con Jesús trae claridad e iluminación a muchos problemas o situaciones, en los cuales se debe tomar alguna decisión. “Se encontró con uno que venía de la adoración y le preguntó qué le había dado a entender Dios mientras oraba, y le respondió:´Que se piden, tal vez, consejos y auxilios a todos excepto a él Pero yo esto no lo entiendo´. Respondió la otra persona: ´¡Lo entiendo yo!´” (RSP, p. 49).

Cuando la oración se convierte en algo de rutina y la visita se vuelve un mero trámite, entonces nos convertimos en meros portadores de un mensaje que no libera, no salva, habla más de nosotros que del mismo Dios. Para Alberione esto era fundamental porque veía en la visita a Jesús sacramentado, el momento clave para obtener lo que viene de Dios y que el hombre no posee: el Bien. Nada bueno podemos sacar de nosotros mismos, sino estamos anclados a la fuente suma del Bien, que es Dios. “El abandono de la oración significa querer ir por nuestra cuenta; se dice prácticamente:´No necesito a Dios´. ¿Y creemos que, yendo por nuestra cuenta , podremos hacer algo bueno? Lo que toca a nuestra santificación y a nuestro apostolado, ¡viene de Dios, de Dios!” (RSP, p. 49).
Alberione vio propicio, en la vida paulina, una posibilidad de santificarse y creyó formar una elite de personas que podían llegar a la santidad de vida. Personas que tuvieran un deseo profundo de buscar a Dios, como también las ansias de comunicarlo con los medios más eficaces y rápidos. Decía: “La piedad es ciertamente el gran medio para corrresponder a nuestra vocación. ¡Nada de monotonía ni prolijidades, que son la tumba de la piedad, sino ser puntuales en comenzar y puntuales en acabar! ... Hay que rezar con recogimiento el ´Pacto´” (RSP, p. 51).

Nuestro Beato confío profundamente en el llamado de Dios a este tipo de vida paulina y por lo tanto, era un don que no podía despreciarse. Quizá estuvo muy arraigado en él, esta idea de que en las cosas de Dios, no se improvisa; al contrario, hay que tomarlas con seriedad y ferrio compromiso. Si la santidad de vida es un regalo de parte de Dios, entonces porque no jugarse el todo en ese proyecto. Cuando miramos el profundo espíritu de fe de Alberione, percibimos que todo lo que hizo ha tenido su trascendencia, porque simplemente creyó de que en cada acción suya estuvo presente el designio divino y no concibió ninguna otra razón que no fuera esa.

Fredy Peña T., ssp


lunes, 23 de julio de 2012

sábado, 14 de julio de 2012

"Ecos de Alberione" - 19

1914: "Comienzos de una fundación"


Una vez que Alberione tuvo claro el cómo y el para qué de la misión paulina, se decidió a establecer las bases y criterios para su Obra. Es en 1914 que se funda la Pía Sociedad de san Pablo y se empieza plasmar ese carácter de 'novedad', en el cual nuestro Beato había pensado.

La idea del Primer Maestro con relación a ese carácter de novedad consistía en establecer "algo nuevo", que contara con la fuerza social de la prensa al servicio de la evangelización, por lo tanto, no podía venir de los tradicionales ambientes eclesiales ni de seminarios o comunidades religiosas, sino que ameritaba una génesis desde el campo tipográfico. Por eso, la idea de crear una escuela tipográfica enfocada más a la praxis que a la información debía partir, precisamente, por un taller tipográfico.
Definitivamente, era imperiosa esa idea que acarició Alberione desde el principio: una congregación religiosa de sacerdotes y laicos que se dedicaran totalmente a promover la obra de la buena prensa. Sin lugar a dudas, que el proyecto aspiraba a formar apóstoles y apóstolas según las exigencias de su tiempo. Fue así como nacieron las primeras publicaciones: el pequeño catecismo de Pío X, la mujer asociada al celo sacerdotal y La oración del feligrés.
Ante estas maravillosas noticias aparecía en escena su contraparte: dificultades, problemas y peligros de diversa índole que amenazaban el andar de la Obra (cf. AD 164). Alberione dirá:"En los primeros años, los socialistas de Alba amenazaron varias veces con quemar tipografías, casas y revistas; hubo hasta noches sin dormir..." (AD 172). Estos hechos llevaron a Nuestro Beato a encomendar la misión y las pequeñas cosas que se iban logrando. Así colocó como primera necesidad la vida y la misión de la Casa al cuidado y Providencia divina. Fue ese pacto que Alberione hizo con Dios que más tarde le significó obtener los primeros frutos. Quizá, la aprobación, del 29 de septiembre de 1918, del Estatuto de la Unión de Cooperadores de la Buena Prensa, preparado con esmero para expresar la misión paulina y constituida bajo el amparo de san Pablo, fue uno esos frutos. En este sentido, cabe señalar que el primer número de la Unión de Cooperadores de la Buena Prensa salió con el signo del clima pascual del pacto (cf. Ad 162-163), ya sea por el contexto de la muerte de Marggiorino Vigolungo o por la celebración en la cual Alberione recordó la fórmula de la letra de cambio.
Si tuviéramos que hacer una relectura de estos acontecimientos, una de las primeras ideas fundamentales a rescatar, quizá sea esta: la buena prensa para el Primer Maestro era un verdadero apostolado, el primero de todos los apostolados después de la oración. Pero, aquí está lo novedoso de su idea: la buena prensa será un verdadero apostolado en la medida que se lo mire, no solamente, con criterios de mercado sino también como lugar para formar almas, mentes y corazones de apóstol.

Fredy Peña T., ssp

viernes, 6 de julio de 2012

"Ecos de Alberione" - 18


"Yo hago con él una alianza sacerdotal"


Cuando se acercaba a pasos agigantados su ordenación, P. Alberione completó una formación intelectual y espiritual arraigada en la tradición de la Iglesia, su doctrina, y en exponentes eclesiásticos de su época como Pío X. Pero también hubo otros referentes que dejaron una huella para imitar, sobre todo, en el plano del ministerio como: el reverendo Giovanni Battista y el canónigo Francisco Chiesa.

Nuestro Beato tenía una percepción muy positiva tanto del reverendo Battista como de Chiesa. Ambos aportaron a su vida grandes ejemplos y principios que los supo canalizar. De Battista decía: "Recuerdo el comienzo de mi vocación, que procede de sus instrucciones, de los catecismos y de sus ejemplos por el celo de las almas..."; y de Chiesa afirmaba: "Su vida fue excepcional y heroica en todas las virtudes; un maestro que con la ciencia comunicaba el espíritu; un párroco modélico...". Alberione tenía muy claro que el sacerdote debía ser celoso en la orientación espiritual de las personas. La relación del sacerdote con Dios no era un relacionamiento Yo-Dios, sino que debía ser más transversal y social. Por tanto, hoy también es necesario formar el "celo sacerdotal" por llevar almas a Dios. Es un deseo que brota de un espíritu de piedad que quiere glorificar a Dios y, a la vez, busca la salvación de las almas sirviéndose de la ciencia sacerdotal como medio indispensable para esa tarea.

Esta alianza sacerdotal con Dios llevó al Primer Maestro a ser un hombre de oración y muy asiduo a los ejercicios de piedad. En su afán de estar continuamente en esa presencia de Dios, valoró todas las cosas bajo esa entrega total, pues tuvo que asumir las grandes turbulencias sociales y políticas de su tiempo. En este contexto, la tarea de ser "padre espiritual", como lo reconoció monseñor Re un año después que Alberione se ordenó, se confirmaría en sus meditaciones y su labor de orientador espiritual en el seminario de Alba (1908-1914).

En sus Meditaciones (27 de octubre, 1908), Alberione propone dos enseñanzas acerca de la "necesidad" y el "modo" de meditar que lo consideró fundamental para el crecimiento espiritual de las personas en su relación con Dios y para el desarrollo de la personalidad. En cuanto a la "necesidad", estableció que era para no dejar inerte la gracia de Dios (fe-esperanza-caridad) y los dones naturales (razón-voluntad-corazón); para eliminar las máximas malas y poder hacer después el bien a los demás. En cuanto al modo de "hacerla", señaló algunas advertencias como: no querer juzgar el libro o el predicador; ver si hay cosas que meditar y que los ejercicios se enfoquen vía purgativa (odiar el pecado); vía iluminativa (virtudes de Jesucristo); vía unitiva (los premios).

Quizá como continuadores de la Obra del Primer Maestro, no hemos reparado en esta gran virtud: sintonía espiritual con Dios. Es una virtud digna de imitar, sobre todo, para quienes tienen la tarea de ganar almas para Dios. En este caso, los futuros sacerdotes paulinos han de reconocer y asimilar este legado espiritual de Alberione. Una prueba de aquello fueron sus Meditaciones, que se constituyeron en un preludio de lo que sería su vida espiritual hasta su muerte.
  
Fredy Peña T., ssp.

lunes, 2 de julio de 2012

FESTIVIDAD DE SAN PABLO

 El sábado 30 de junio de 2012, la Familia Paulina celebró la festividad de san Pablo apóstol, con una eucaristía presidida por el Superior Provincial de la Sociedad de San Pablo, P. Agustín Cortés (Argentina-Chile-Perú) y concelebrada por los sacerdotes paulinos.







La celebración eucarística estuvo motivada por otros acontecimientos que se sumaron a la festividad y en este sentido, se dio gracias a Dios por lo siguiente:
               
                Bodas de Oro de
                               Hna. Juana María Scheffer
                               Hna. María Ruth Vivas
               
                Bodas de Plata de
                                               Hna. Virginia Élida Romero

                Votos perpetuos de
                                               Hna. María Gabriela Flores

                Profesión perpetua de los esposos
                                               Marcial Rodas y Herenia Zayas De Rodas
                                               (Instituto Santa Familia de la Sociedad San Pablo).






Luego de la Eucaristía, hubo un compartir fraterno, en el cual pudimos agasajar a las hermanas y también a los matrimonios que festejaron esta nueva etapa de sus vidas.

Agradecemos a las "Hijas de san Pablo" por la organización, la acogida y la atención que brindaron. También al Coro, que con sus cantos amenizaron la Eucaristía y le dieron un marco festivo, armonioso y alegre.



Por estos dones recibidos y por la posibilidad que nos da Dios, día a día, de manifestar nuestra fe, le pedimos a él que nos acompañe siempre, sobre todo para decir como el apóstol san Pablo en su itinerario a la santidad: Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe (2 Tim 4, 6-8).

Profeta y Apóstol de la Era actual


Un apóstol para nuestro tiempo

Allá en los albores del mil novecientos...
En la vieja Italia, ¡pueblito pequeño!
Aparece un joven, de condición humilde,
de salud muy frágil, ¡colmado de sueños!
¡Lo impulsa el Espíritu impetuoso de Pablo
y el amor de Cristo, que arde en su pecho!

¿Quién es este joven, de espíritu inquieto,
a quien le quema, en su corazón sincero,
alcanzar con la Biblia, los más remotos pueblos?
Es Santiago, hijo dilecto, de Miguel y Teresa.
Sacerdote de Dios, ¡singular carisma nuevo!,
que engloba e involucra, ¡todos los tiempos!

Y allá en los umbrales, de este siglo nuevo...
En la vieja Italia, ¡un pueblo pequeño!
Alba, ¡eres la aurora, de los nuevos tiempos!
Desde allí se inicia, en años intrépidos,
la expansión misionera, a los cuatro vientos,
que se abren joviales, al pregón del Evangelio.

La noche que divide, el viejo siglo del nuevo,
entre el 31 de diciembre y el primero de enero.
¡Es la Noche santa!, que todos conocemos.
Allí está Alberione, adorando y en silencio...
De allí saldrá la luz, de allí el carisma fresco;
¡allí surgirá la fuerza, del magno emprendimiento!

Aquella fue la Noche, más clara de la historia,
de allí surgió la luz, que alumbrará a los pueblos,
de los cinco Continentes, ¡de todos los tiempos!
Allí el joven intrépido, de aquel pequeño pueblo,
ora ante el Sagrario, ¡se interroga con anhelo...!
¿Qué hacer por la humanidad, en el siglo nuevo?

Viene con su bagaje, de sueños indiscretos,
a un mundo fragmentado, ¡dividido y violento!
¿Qué podrá ofrecerle? Suplica con esmero...
Percibe en la oración: ¡dar sólo lo esencial!
Dar a Cristo Maestro; Camino, Verdad y Vida.
Sí, dar a Jesucristo, ¡darlo todo entero!

Pero, ¿cómo llevar la Biblia, la palabra de Dios?
¿Cómo llegar hoy, a los más remotos pueblos?
Empleará para ello... ¡Areópagos modernos!
Prensa, radio, cine, televisión; ¡todos los medios!
Aquellos mismos medios, que otros ya usan...
¡Pero no con tan nobles, e insignes proyectos!

Esta es la gran novedad, del Beato Alberione,
que debiéramos todos, procurar reconocerla:
¡Proclamar el Evangelio a los cuatro vientos!
“No tengo oro ni plata, ¡les doy lo que tengo!
A Jesús, el Maestro; Camino, Verdad y Vida.
Sí, a Jesucristo, el Señor, ¡el único Maestro!”.

El Concilio Vaticano II, aprueba su carisma inédito,
y descubre al “apóstol”, de los tiempos modernos.
También al “profeta”, ¡que vio antes de los tiempos!,
la “Era de la Comunicación”, ¡éstos tiempos nuestros!
Caminemos pues confiados, con espíritu abierto,
como Alberione, en aquellos tiempos primeros.

¡Familia Paulina! Nuestra Misión es excelsa...
Dar a Cristo, el Señor, ¡darlo todo entero!
Darlo a este mundo, ¡darlo al mundo moderno!
Necesitamos el temple, del padre Alberione...
¡Y ojalá llegáramos, por fin comprenderlo
en toda su amplitud!, en este mundo inquieto.

Prensa radio, cine, TV... Y también la Internet.
Cual inéditos templos. ¡Areópagos modernos!
Donde se proclama, con lenguaje nuevo,
¡y con nuevo ardor!, a los cuatro vientos;
desde los tejados, hacia el mundo entero.
Un nuevo anuncio: ¡proclamación del Evangelio!

Y en el siglo XXI, ¡en este tiempo nuestro!
Alba, ¡que ignorabas, tu destino egregio!,
fuiste cual pequeña, semillita del Reino...
La Familia Paulina, que surgió de tu seno,
lleva hoy la antorcha, de los nuevos tiempos;
y a los cinco Continentes, ¡anuncia el Evangelio!

Hno. Santiago E. Kloster, ssp