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domingo, 1 de septiembre de 2013

La Eucaristía, oración social, universal y de la unidad


Escribe el beato Alberione: “La santa Misa es la oración de la universalidad y, a la vez, de la unidad;  es la oración colectiva y social.
La unidad se forma en Cristo eucaristía: una fe, una vida, una gracia, un rebaño, un Pastor, un paraíso.
La universalidad: antes de iniciar el sacrificio eucarístico, se acoge espiritualmente alrededor del altar a la multitud de hombres y mujeres: “todos los presentes”,  y se llama a todo el paraíso: “en comunión con la Virgen María, san José, todos los santos, apóstoles y mártires…”
La Misa es la inmolación de Cristo mediador, en quien se unen el cielo y la tierra, y en quien viven todos los miembros del Cuerpo místico.
Celebrar la Misa con conciencia social, es transformarla en el más vivo apostolado”. (Beato Santiago Alberione, Para una conciencia social).


Universalizar la Eucaristía

Esos textos del beato Alberione, escritos en 1953, y que son de una actualidad perenne, bien merecen una reflexión que nos ayude a “socializar” la Eucaristía y “hacerla universal” con las dimensiones universales de tiempo, lugar y con proyección eterna, para celebrarla y vivirla en unión con el Redentor.
Recuerdo al beato Alberione celebrando la Misa: impresionaba su actitud de fe, recogimiento y contemplación con que la celebraba. Para él la Eucaristía sí es un acontecimiento de salvación universal celebrado en la gran parroquia del mundo. Su corazón y su mente abarcaban a todos los pueblos en cada Eucaristía, y esa misma amplitud quería para su apostolado de la comunicación social: llegar a todos los hombres. Los cristianos que participamos en la Eucaristía, necesitamos vivirla como un acontecimiento de salvación universal, que Cristo resucitado nos invita a compartir con él para gloria del Padre.

El Vaticano II afirma: «La Eucaristía aparece como la fuente y la cumbre de toda evangelización, pues su fin es la inserción plena en el Cuerpo de Cristo, y en Él con el Padre y con el Espíritu Santo».

Esta afirmación del Vaticano II sugiere que la Eucaristía es la obra máxima de evangelización y de apostolado para la salvación de los hombres y gloria de Dios.

Por lo general las intenciones que se expresan se refieren a necesidades personales, de los presentes, y a necesidades más bien de orden material o temporal. Parecería que la catequesis eucarística está marginada, y por eso el pueblo y muchos sacerdotes no suelen vibrar al celebrarla, y los niños y jóvenes la abandonan después de la primera comunión y de la confirmación. Han llegado sólo a percibir el rito, sin haber experimentado lo que el rito expresa y celebra: Jesús Resucitado, más presente que nosotros mismos.

El alcance universal y celestial de la Eucaristía

Las primeras y máximas intenciones explícitas o implícitas de cada Eucaristía tienen que ser las mismas de Cristo presente, quien la preside como Celebrante principal: La gloria del padre y la salvación de los hombres. A esas intenciones del Salvador se han de sumar todas las demás.
Dice el Vaticano II, en la Constitución Sacrosanto Concilio, “En la Eucaristía se hacen de nuevo presentes la victoria y el triunfo de Cristo…  Para realizar una obra tan grande, Cristo está presente en el sacrificio de la Misa… Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia”. (ns. 6 y 7).
Y refiriéndose a la dimensión celestial de la Eucaristía, dice: “Mediante la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad eterna de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios Padre, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos al Señor un himno de gloria con todo el ejército celestial” (n. 8).

La Eucaristía, ejercicio del Sacerdocio de Cristo

Utilizando conceptos de la Sacrosanto Concilio, se puede formular esta definición: “La liturgia es una acción sagrada a través de la cual, con un rito, en la Iglesia y mediante la Iglesia, se ejerce y continúa la obra sacerdotal de Cristo; es decir: la santificación-salvación de los hombres y la glorificación de Dios”. (Diccionario de Liturgia, San Pablo. Madrid, 1987).
La Eucaristía no es sacrificio en el sentido literal de sufrimiento – pues Cristo ya no puede sufrir-, sino en el sentido de hacer sagrada una acción por la presencia y actuación directa de Cristo en persona, como sucede en el misterio eucarístico.
Cristo Jesús, mediante la Eucaristía, comparte y hace actual con la Iglesia, Cuerpo vivo y real de Cristo y pueblo sacerdotal -del que formamos parte- la obra total de la Redención que él realizó de modo sacerdotal durante toda su vida.
En la Eucaristía se hace actual y se perpetúa la obra sacerdotal de Cristo para la liberación y salvación del mundo; y no sólo constituye un gran mérito para quienes son santificados por Cristo mediante la celebración eucarística, sino que todo lo que él hizo y hace se atribuye también a nosotros como realizado por nosotros en unión con él. En la celebración eucarística, Jesús resucitado comparte con nosotros las promesas del Padre –la resurrección y la gloria-, y nos constituye en “nación santa, pueblo elegido, linaje escogido, sacerdocio real”. ¡Admirable misterio para vivir y agradecer sin fin!
Este portentoso misterio de salvación a nuestro alcance, dista mucho de las eucaristías reducidas a un simple rito externo para “cumplir”. ¡Tremenda deformación y responsabilidad!

Compartiendo la obra de la redención

Ante todo, es necesario estar convencidos de que la Eucaristía es obra máxima de la Iglesia universal. Por tanto, no se trata de una acción privada, sino que compartimos la obra redentora de Cristo y su sacerdocio en fuerza del sacerdocio bautismal y ministerial, como pueblo sacerdotal y miembros de su Cuerpo místico. No es obra privada de un grupo o de un pueblo, sino de un acontecimiento eclesial de salvación universal y cósmica.

La encíclica Sacrosanto Concilio inculca que “los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada… Aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada, no sólo por las manos del sacerdote, sino en unión con él”. (SC n. 489).
“Al participar del sacrificio eucarís-tico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, los fieles ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella” (LG n.11). Sólo así se alcanza la eficacia salvadora de la Eucaristía.
Ofrecerse en la Misa en unión con Cristo es la forma más excelsa de compartir eficazmente su misión redentora a favor de uno mismo, de quienes Dios nos ha encomendado como parcela de salvación, y del mundo entero. Y es a la vez la forma necesaria para superar el ritualismo vacío y el cumplimiento engañoso.

La Eucaristía, la obra máxima de evangelización

Juan Pablo II, en la Encíclica Ecclesia de Eucaristía, parafraseando la cita de la Lumen Gentium, escribe: “La Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo y, en él, con el Padre y con el Espíritu Santo”.
La unión máxima con Cristo se realiza en la Eucaristía, empezando con la ofrenda de sí mismo en unión con él, y terminando por la comunión eucarística, acerca de la cual el mismo Jesús afirma: “Quien me come vivirá por mí”; “Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en el”.
La esencia del apostolado (la misión, la evangelización) no es lo que el hombre hace, sino lo que hacen Cristo y su Espíritu a través de lo que vive y hace el hombre, como Jesús mismo asegura: “Quien está unido a mí, produce mucho fruto; pero sin mí, no pueden hacer nada”. El fundamento y desarrollo de toda misión es la unión con Cristo, y el objetivo es unir a los hombres con Dios en Cristo, para que alcancen la salvación eterna…
El cristiano que comparte y vive la Eucaristía ofreciéndose a sí mismo en unión vital con Cristo, es un auténtico misionero, pues con Él y en Él alcanza a toda la humanidad, al ofrecer Jesús su “cuerpo y su sangre por los presentes y por todos los hombres”.
El Vaticano II ha cambiado el eje de referencia del hacer al ser, de las obras a las personas, lo cual no va en perjuicio del hacer, de la misión, sino que le da mayor impulso, profundidad, amplitud y eficacia salvífica. Se parte del “ser en Cristo” para “producir fruto abundante” en unión con Cristo, mediante las obras de apostolado o evangelización. “Es necesario partir siempre de Cristo” (Aparecida).
El apóstol, misionero o evangelizador (y lo es todo cristiano auténtico), sólo de Cristo Eucaristía recibe la fuerza salvífica para su vida y sus obras, para sus cruces y alegrías.


Sacrificio eucarístico y holocausto humano

Si bien es cierto que en la Eucaristía Cristo no sufre de nuevo la pasión cruenta, sí podemos y debemos ofrecer al Padre en cada Misa, junto con Cristo, el inmenso y perenne holocausto de una gran mayoría de la humanidad, de los hijos de Dios y hermanos nuestros en todo el orbe.
Ante las grandes calamidades que sufren nuestros hermanos en todo el mundo, nos sentimos humanamente impotentes o simplemente miramos a otra parte. Pero con la Eucaristía podemos lograr cada día que Dios haga lo que nadie más puede hacer: convertir ese holocausto en causa de salvación para la humanidad, asociado a la Cruz de Cristo.
A la Eucaristía tenemos que llevar y ofrecer al Padre, junto con Víctima divina, a los millones de víctimas inocentes que son sacrificadas injustamente cada día en el vientre de sus madres; a los millones de inocentes inmolados por el hambre, la enfermedad, el abandono, las guerras, la violencia, la violación, la explotación. Ofrecemos sus tiernos cuerpecitos con el Cuerpo de Cristo, y mezclamos su sangre inocente con la de Cristo Inocente, “administrándoles” así el bautismo de sangre, pues en ellos ser repite la masacre de los Santos Inocentes, martirizados por Cristo sin ser conscientes de ello, pero realmente bautizados en su sangre. Así el Padre acogerá en su casa eterna también a los nuevos santos mártires inocentes.
Pero sigue otra letanía interminable de hermanos nuestros de todas clases, condiciones, religiones, naciones, edades…, que sufren martirios indecibles, muchas veces sin que nadie se entere. En ellos se cumple la palabra de Jesús a las mujeres que lloraban por él: “Lloren más bien por ustedes y por sus hijos, pues si con el leño verde hacen esto, ¿qué no harán con el seco?” A todos ellos también los tenemos que llevar a la Eucaristía, para que el Señor transforme sus cruces, asociadas a la de Cristo, en fuentes de salvación.
Todos esos hijos de Dios y hermanos nuestros constituyen nuestra parcela de salvación que Dios nos asigna en la Iglesia. Así es como nos hacemos padres y madres de multitudes regeneradas por Cristo, mediante nosotros, para la vida de la gracia y la vida eterna.

La Misa-misión empieza por casa

Pero la Eucaristía – la máxima obra de apostolado- que se empieza y se realiza en el tempo, tiene que continuarse como misión ante todo en la familia, en el trabajo, entre las amistades, conocidos, en el vecindario, en la parroquia… Pretender realizar la misión hacia fuera, sin empezar por casa, por el prójimo cercano, es una ilusión fatal.
En los ambientes en que nos movemos hay sin duda cristianos de solo nombre, cuya vida es un escándalo; hay ateos, hay prepotentes, explotadores, escandalosos, corruptos…; hay enfermos y familias destrozadas, en especial niños que sufren sin culpa… A todos ellos hemos de llevarlos a la Eucaristía, para que la misericordia omnipotente de Dios les conceda la salvación. Todos ellos pertenecen también a nuestra parcela de salvación. No sólo tenemos que orar por los difuntos, sino también por los vivos.

Eucaristía significa “acción de gracias”

No nos basta toda la vida ni toda la eternidad para agradecer a Dios, como conviene, todos sus inmensos beneficios, evidencias de su amor infinito: la vida y todo lo que constituye nuestra persona; la salud, la gracia, la Eucaristía, la Biblia, la Iglesia, los sacramentos, la fe, la redención, la naturaleza, la técnica, la familia, el universo…, todo lo que somos, tenemos, gozamos y amamos, y el paraíso eterno que esperamos.
Pero Cristo Eucaristía sí se hace nuestra plena “acción de gracias” al Padre por todo lo que somos, amamos, tenemos, gozamos, esperamos, y por el sufrimiento convertido en felicidad y gloria eterna. Pero la máxima gracia que el Padre nos dio es su propio Hijo, nuestro Maestro, Pastor, Camino, Verdad y Vida, nuestro Salvador y nuestra felicísima herencia eterna.

María y la Eucaristía

María, con su “sí”, acogió al Salvador en su seno y en toda su persona, pero no para quedarse con él, sino para entregarlo al Padre por la redención de la humanidad. María acogió a Jesús en el establo de Belén y lo presentó a los pastores, a los reyes magos, a los ángeles, y a la humanidad. María ofreció a su Hijo en el Calvario por nuestra salvación, y allí nos recibió a cada uno de nosotros como hijos suyos por indicación de Jesús: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Y en cada Eucaristía ella vuelve a ofrecer a Jesús por la salvación de la humanidad, de cada uno de nosotros, con amor infinito.
María es el modelo supremo de vida cristiana, vida de unión con Cristo y de amor salvífico hacia el prójimo: acoger a Cristo para darlo a los otros. Si de verdad acogemos a Jesús en la Eucaristía y en la comunión, si se realiza en nosotros su palabra: “Quien me come, vivirá por mí”, lo daremos a los demás, aunque no nos demos cuenta, pues “quien está unido a mí, produce mucho fruto”.

P. Jesús Álvarez, ssp




miércoles, 21 de agosto de 2013

99 AÑOS DE NACIMIENTO CON ÁNIMO RENOVADO


La Familia Paulina tiene sed de unión. Los hijos y las hijas del P. Alberione llevan anidado en su ser el anhelo de hacer realidad del proyecto del Fundador, ser un organismo de fines apostólico convergentes, unidos con vínculos más fuertes que los lazos de la sangre. Esto se hace realidad en momentos precisos, como los encuentros para celebrar el trienio de animación en vistas del centenario de la fundación propuesto por los Gobiernos generales.

El próximo martes 20 será la fecha para celebrar los 99 años de la fundación de la Sociedad de San Pablo, primer instituto de la Familia Paulina en nacer. Y es la segunda fecha del año donde la Familia reúne para preparar el centenario. Como esta fecha cae en día de semana, en Argentina se aprovechó el domingo 19, dentro del feriado largo nacional, para organizar la fecha de celebración. Esta vez, haciéndola coincidir con el Encuentro zonal del Instituto Paulino de vida secular consagrada “Santa Familia”.

Un primer momento, programado por la Comisión Organizadora del Centenario de la Fundación, fue iniciar la tarde reuniéndose por grupos para conversar con los miembros de Santa Familia, Anunciatinas y Gabrielinos. Se dieron cálidos y espontáneos diálogos, que en un sentir general fue de reconocer que no se conocía bien la vocación, misión y apostolado que realizan especialmente los matrimonios en los diferentes ambientes donde están presentes.

Con entusiasmo se pasó, en un segundo momento de la jornada de encuentro, a la celebración de la Eucaristía. Los Cooperadores paulinos, “Amigos de Jesús Buen Pastor”, animaron la misa con la música y el canto. El Superior provincial comentó en la homilía el testimonio que da san Pablo a los corintios, haciéndose todo a todos (cf. 1Co 9, 19-21). Asimismo, animó a hacer realizar la propuesta de los Gobiernos generales de organizar la oración vocacional los 20 de cada mes, desde agosto hasta noviembre del año 2014. Como siempre, el canto al Fundador que cerró la misa: “¡Alberione! ¡Alberione! ¡Alberione!”, inflamó de entusiasmo y alegría a sus hijos e hijas.


El día se cerró con un ágape fraterno. Durante este espacio, las Hijas de San Pablo y las Pastorcitas dieron testimonio de cómo fueron los inicios en Argentina. Así se concluyó el encuentro para preparar el centenario del nacimiento de la Sociedad de San Pablo y con ella la admirable Familia Paulina, hermanos y hermanas llamados a ser san Pablo vivo hoy.












domingo, 14 de julio de 2013

¡Un siglo, no es nada!



Ya estamos a las puertas de un siglo de aquel día del año 1914  en que la Familia Paulina, veía la luz del mundo, desde la  ciudad piamontesa  de Alba, (Italia).  Zona, de fuerte característica rural, rostros con surcos marcados por el sol y el frío, manos fuertes para mantener a los numerosos niños que coronaba a los matrimonios del lugar. Sí, allí nacía una nueva familia religiosa, de la mano de un curita enfermizo, pero de mirada penetrante y horizontes amplios, el beato P. Santiago Alberione, este gran profeta que por allá en 1900 ya veía el horizonte de los nuevos areópagos, los Medios de la Comunicación Social. No tengo dudas que  la gran Familia Paulina nace de las manos del Dios rico de amor, como el agua de las cataratas que brota a raudales saltando de aquí o allá, eso es lo que siento al mirar el camino de las Paulinas, Paulinos, Discípulas, Pastorcitas, Apostolinas.  ¡Cuánto ese árbol ha extendido sus ramas plantado en varias países de todos los continentes! ¡También los numerosos  Institutos Agregados, como las Anunciatinas, Gabrielinos, Santa Familia, Jesús Sacerdote y los/las Cooperadores/Cooperadoras! ¡Qué bello ver ante Jesús Eucaristía, Camino, Verdad y Vida, estos diez ramilletes de vocaciones en la Iglesia, mujeres y varones, llamados, a  la Evangelización con los Medios de la Comunicación Social!  Las primeras Religiosas y  Religiosos, parafraseando al profeta Samuel, apenas casi dejan de ser amamantados, ya están sirviendo al Señor. Así fueron nuestros inicios, niñas y niños de 10, 11, 12 ó 15 años felices desgranaban el Rosario haciendo parte de la “Escuela Tipográfica Pequeño Obrero” o del “Taller Femenino”. Jóvenes con tan solo su valija y el pasaje de ida  en mano, cruzaban los mares, y fronteras con la fuerza de la fe y el ansia apostólica paulina les hacía sentir  como suya la experiencia de Pablo: “¡Ay de mí, si no evangelizo!”

Cien Años, Tiempo de Gracias…

Levantando mi mirada hago memoria en el contexto eclesial,  que estamos viviendo el año dedicado a  la fe,  el Sínodo sobre la nueva evangelización que ciertamente nos invita a fortalecer el Sínodo sobre la Palabra, tan importante para el apostolado paulino. Todos estos acontecimientos, nos  invitan a una auténtica y renovada conversión al  Señor, para extraer el agua desde nuestro propio pozo. Un año de gracias porque estamos caminado por el trienio de preparación al centenario de la Familia Paulina en 2014 y agradecer y celebrar el quincuagésimo aniversario de la muerte de Hermana Tecla Merlo, esta mujer que puso mucho abono en el inicio del gran árbol de la Familia Paulina.

Tiempo de gracias, porque también estamos caminando hacia el centenario de las Hijas de San Pablo, año 2015, en este acontecimiento somos invitadas a celebrar, confesar y agradecer la fe en Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida,  por tantas riquezas recibidas en todos estos años por cada paulina.

Este centenario también nos encuentra celebrando nuestro 10º Capítulo General de las Hijas de San Pablo en Roma Italia, con el lema: “Creemos por eso hablamos”.  Y el momento histórico que hemos  vivido los cristianos y no cristianos del mundo entero, con la renuncia del papa Benedicto XVI. Ciertamente es un momento muy especial y desafiante para la Iglesia y donde nosotras Paulinas y Paulinos, también tenemos un desafío  de estar atentos a los signos y acontecimientos de este momento.

Un tiempo de gracias con la llegada del papa Francisco, un huracán de novedad y signos que evangelizan por sí mismos. Día a día este profeta de este tiempo que sorprende a cada cristiano y no cristiano con alegría y esperanza, hasta el llanto. Como obispo de Roma, anima, renueva y evangeliza al mundo entero. A nosotros Familia Paulina, nos invita a “salir a la calle”. Estas palabras del papa Francisco, me resuenan en el corazón y me trae a la memoria las palabras de nuestro fundador el beato P. Santiago Alberione: “Si la gente ya no viene a la Iglesia, la Iglesia debe ir a la gente”.  Por eso estos cien años, es un tiempo de gracias,  por eso me atrevo a decir es nuestro tiempo, tiempo de centrar nuestra mirada en Cristo Maestro, Camino, Verdad y Vida, de relanzar la semilla de la vocación y misión paulina, de evangelizar con los Medios de la Comunicación Social.

Camino de fe

Siento  que más que un punto de llegada, nuestro centenario, es un punto de partida. Es un momento donde somos invitadas a una  escucha y discernimiento, porque las Hijas de San Pablo en este contexto del centenario tenemos que hacer posible el sueño de nuestro fundador: ser comunicadoras del Evangelio en la realidad de hoy.  Para esto necesitamos una mentalidad de cambio y junto a eso una adecuada preparación. Para mí, nuestra mirada debe estar en una formación integral. Lanzadas a la misión. Caminar y acompañar a los jóvenes acogiéndolos desde su realidad y nosotras integrándonos en ella.  Desarrollar una cultura de Pastoral Vocacional integrada a las varias pastorales. También es muy importante el valor del trabajo del laico, como parte de nuestra misión, potenciando cada día más, su aporte como colaborador de Paulinas  para el Evangelio.  

Necesitamos crecer siempre, para eso: mejor organización .Estoy convencida que nuestra congregación es una obra de Dios; que la Familia Paulina es una obra de Dios. Por eso con nuestro lema para el próximo Capítulo General: “Creemos y por eso hablamos”  queremos decir que en el anuncio, somos llamadas a coparticipar de la fe y de la vida, a ejemplo del apóstol Pablo, el gran apóstol de la gente.

También sabemos cuán frágiles somos: “tesoro en vaso de arcilla”. Y a la vez constatamos la riqueza que hay en cada uno, por eso, este centenario nos encuentra llenos de esperanza. Esperanza en el horizonte actual  que nos proyecta como Iglesia, como vida consagrada, en la comunicación y en la misión con nuevos desafíos. Por eso, ante las palabras de Jesús: “la mies es mucha pero los operarios son pocos, pidan al Padre que envíe más obreros a su mies”, confiando en su palabra, pedimos por las vocaciones paulinas, que el Señor está llamando, aquí, en Paraguay donde la vida consagrada, plena de fe, vive una rica cercanía y unidad con el pueblo.

 Hna. Virginia Élida Romero hsp

Hna. Virginia Élida Romero. Religiosa consagrada de la Congregación Hijas de San Pablo. Actualmente desempeña el cargo de superiora de la comunidad en Paraguay y es miembro de la CONFERPAR, Conferencia de Religiosas de Paraguay, desempeñándose como responsable de la Pastoral Vocacional y la Comunicación.


martes, 2 de julio de 2013

Año de la Fe


HIMNO DEL AÑO DE LA FE

1. Caminamos llenos de esperanza
a tientas en la noche.
Tu que estás en el Adviento de la historia
eres Tú el Hijo del Altísimo.
¡Credo, Domine, credo!
Con los santos que acompañan nuestro viaje,
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!
¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!

2. Caminamos solos y perdidos,
sin el pan cotidiano.
Tú nos nutres en la gruta navideña,
eres Tú la estrella de la aurora.
¡Credo, Domine, credo!
Con María, la modelo del creyente,
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!
¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!

3. Caminamos, cansados y sufrientes,
con las llagas abiertas.
Tú que sanas al que habita en el desierto,
eres Tú la mano que nos cura.
¡Credo, Domine, credo!
Con los pobres, que esperan a la puerta,
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!

4. Caminamos con la cruz a cuestas,
siguiendo por tus huellas.
Tú resurges victorioso de la muerte,
eres Tú el Viviente que no muere .
¡Credo, Domine, credo!
Con los que renacen a una nueva vida
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!
¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!

5. Caminamos siguiendo la llamada,
de tu Pentecostés.
Tú recreas la presencia de aquél soplo,
eres Tú la Palabra del futuro.¡Credo, Domine, credo!
Con la Iglesia, que anuncia tu Evangelio
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!
¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!

6. Caminamos cada día que nos donas,
junto a nuestros hermanos.
Tú nos guías por las sendas de la tierra,
eres Tú la esperanza de la meta.
¡Credo, Domine, credo!
Con el mundo, donde el Reino se ha implantado
Señor, humildes pedimos:
¡Aumenta, aumenta nuestra Fe!
¡Credo, Domine! ¡Adauge nobis fidem!


Partitura para  guitarra: CLICK AQUI

Partitura para órgano y guitarra: CLICK AQUI






miércoles, 22 de mayo de 2013

Santiago Alberione y sus aportes a la evangelización mediática


                                                 


El beato Santiago Alberione (18841971) es el gran apóstol de la comunicación social en nuestros tiempos. Él ha fundado la Familia paulina “que nació de la Eucaristía y vive de la ella”, formada por diez ramas, cuyo carisma se condensa en el lema “Vivir en Cristo y comunicarlo a los hombres”, en la cultura de la comunicación social.

Alberione declara, con fuerza, que el fundamento o la clave de la eficacia salvífica de la evangelización, en la cultura de la comunicación social, como de cualquier otra forma de evangelización, es vivir en Cristo, condición esencial para poder darlo a la humanidad. Jesús lo afirmó, con toda claridad: “Quien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto” (Jn 15, 5).
El objetivo de toda la evangelización, la predicación y la catequesis es compartir, con Cristo, su misión salvadora a favor de la humanidad: “Salvar a los hombres para gloria del Padre”. Jesús resalta la importancia suprema de la salvación: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si al final se pierde a sí mismo?” (Mt 16, 26). No se trata solo de liberar al hombre a nivel humano, sino de salvarlo; o sea, guiarlo a su destino supremo y eterno.
Jesús llamó a sus discípulos también los llama hoy, para que estén con Él, vivan con Él, unidos a Él; y los envía para evangelizar y humanizar en su nombre. La presencia salvadora de Cristo está asegurada por su palabra que no pasa: “No teman: Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Pero es necesario estar con Él para poder realizar su misión salvadora.
Una obra o actividad apostólica es la que tiene fuerza de salvación; que no consiste en lo que el discípulo hace y dice, sino lo que Jesús hace y dice mediante lo que vive, dice y hace el discípulo. “Sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). “No serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes” (Mt 10, 20). “Apóstol es quien lleva a Cristo en su propia persona”, dice nuestro Beato.

 P. Jesús Álvarez, ssp  

jueves, 14 de febrero de 2013

El Episcopado destacó la “valentía y coraje” de Benedicto XVI para conducir a la Iglesia


La Conferencia Episcopal Argentina, que preside monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, pidió hoy a los argentinos dar gracias a Dios “por su magisterio, sus escritos, sus catequesis, su profunda sabiduría, su testimonio de oración y contemplación, y su coraje y valentía para conducir a la Iglesia ‘en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe’, tal como él mismo lo describe”.

“Estamos seguros que el ministerio papal de Benedicto XVI ha sido fecundo en acciones y palabras, y también por sus sacrificios y oración ferviente. Habiendo tomado conocimiento de la renuncia de Benedicto XVI como Obispo de Roma y pastor supremo de la Iglesia, invitamos a todo el pueblo de Dios que peregrina en la Argentina a dar gracias a Dios por el don tan grande del ministerio del Santo Padre en estos ocho años.

Debemos dar gracias por su magisterio, sus escritos, sus catequesis, su profunda sabiduría, su testimonio de oración y contemplación, y su coraje y valentía para conducir a la Iglesia ‘en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe’, tal como él mismo lo describe.

Estamos seguros que el ministerio papal de Benedicto XVI ha sido fecundo en acciones y palabras, y también por sus sacrificios y oración ferviente.

“Finalmente, deseamos unirnos al pedido del Santo Padre, que nos dice: ‘Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice’”.

miércoles, 30 de enero de 2013

CONFIDENCIAS DE UN ENAMORADO



“La persona que no ama, busca el bien particular, inmediato, fugaz. Quien ama, busca el bien universal, eterno, inmutable. Quiero amar, y por amor afrontar sacrificios, que harán crecer y fortalecerán el amor eterno, como eterna es mi alma.
Amaranto, bella flor, que hablas de esperanza al caduco hijo del tiempo, eternízame en el amor, hazme tender al amor eterno, que es aspiración del fervor del genio, del espíritu, es palpitar del corazón que busca este arcano, fruto de la fe. Éste es también mi suspiro, el anhelo de quien ama, espera y cree.
Ennoblezcamos el amor, porque él es la fuente de las dos felicidades: la del tiempo y la de la eternidad. No se puede aparecer verdaderamente buenos, piadosos, amantes, nobles, sino cuando uno lo es interiormente.
¡Cuántos efectos buenos causa el amor en el amigo! Pero eso debe ser meditado, pensado, razonado, esforzándose por amar, pero sin vanas ilusiones.
Enfermo, agobiado de dolores, angustiado por los adorados padres y bondadosas hermanas, pálido, flaco, agotado, fija su mirada en el crucifijo y luego en el cielo; y en el sublime éxtasis del amor exclama: “Tú eres mío, tú eres el objeto de mis suspiros”.La conciencia lo asegura, la razón le da certeza, la fe hace paradisíacos sus deseos, ya que eterniza su grande e inmenso amor.
Los padres lo adoran, los superiores lo aman, los compañeros emulan en amarlo, alabarlo, apreciarlo. Se siente feliz por un bien infinito, inmutable, seguro, casi transparente, con los ojos límpidos, con la frente serena, venerable, entre las blancas almohadas, el lecho blanco; es un ángel, envidiado por los ángeles.
En su dolor goza de una calma, una paz, un amor que no parece posible para un hombre. Además, se esfuerza en agradar a todos, en amarlos. ¡Oh sublimidad de su amor, su grandeza de ánimo, fortaleza e impulso de su corazón! ¡Cuán feliz se siente!
¡Pero cuánto ha trabajado para llegar a este punto! Los fuertes asaltos, el corazón que se desvía sensibilísimo, su inteligencia que… esquiva tantos peligros y dificultades.
Sin embargo, ¡cómo se ha serenado con razones, esfuerzos y repetidos golpes!
¡Oh Jesús! Hazme amante, dame a conocer las dulzuras del amor. “Sigamos a este príncipe”. María, Madre mía, dame amor. Mi corazón tiene sed de amor, pero no le basta el amor finito: ilusión demasiado incierta y cruel”.

Beato, Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina (1884-1971). Del diario juvenil (17-24 años).

miércoles, 31 de octubre de 2012

NOVIEMBRE: MES DE MARÍA



  • Como en el orden de la naturaleza, así en el orden de la gracia, Dios puso junto a nosotros una Madre. Nos la entregó como testamento a los pies de la cruz cuando le dijo a Juan: “Ahí tienes a tu Madre”. En Juan estábamos todos representados.
  • Vivir sin la devoción a María es vivir como huérfanos.
  • Toda alma es un campo de batalla donde se desarrollan ásperas luchas cotidianas, pero si María camina junto a nosotros no erraremos el camino ni seremos vencidos en la batalla.
  • María es la escalera que toma de Dios las gracias y las derrama sobre el mundo.
  • María es el nombre que ilumina la mente, fortalece la voluntad y llena de afectos el corazón.
  • Es cosa buena algún acto de devoción a María. Mejor es el “hábito” de la devoción a María. Óptimo es vivir en estado de hijos de esta Madre.
  • Tener una filial devoción a María, que Ella sea toda nuestra vida: que entre en nuestras jornadas, nos sonría por las mañanas, nos cubra con su manto y esté presente en nuestras alegrías y en nuestros dolores.
  • La primera cuna que Jesús encontró sobre la tierra fue el corazón inmaculado de María, ése fue el primer pesebre.
  • En la escuela de María aprendemos el amor a la cruz. María nos hace fácil lo que por nuestra naturaleza es difícil.
  • María es quien trajo al mundo al Jesús físico, también es quien forma y alimenta al Cristo místico: La Iglesia.
  • Cuando el corazón está afligido, cuando la mente está turbada, cuando nos asalta la tentación, cuando nos parece estar extraviados y no encontrar el camino justo y hasta experimentamos como si el cielo se hubiese oscurecido, entonces, acudamos a María.
(Santiago Alberione, Con il cuore di Paolo, págs. 156-163).

jueves, 11 de octubre de 2012

Intenciones


COMISION ARQUIDIOCESANA DE LITURGIA


Algunas INTENCIONES para la ORACIÒN de los FIELES  y  fórmulas para el   RITO  PENITENCIAL


según el documento “PORTA FIDEI” de Benedicto 16
                                                                                                 
  • para  que la invitación del Papa, pueda ser escuchada y rezada  por nuestra gente
  • para enriquecer y actualizar la súplica de los grupos de oración, el rezo del Rosario, etc.

                                                             -Cómo usarlas?
*   Agregar una  o dos por vez.
** Están hechas con el orden del Documento y no para ser dichas tal cual aparecen.

( Si desean la versión digital, pedirla  a “raulaurencena@fibertel.com.ar“)

I N T E N C I O N E S

1.                                   Para que este Año de la Fe nos introduzca más profundamente -a través de la Puerta de la Fe- en la comunión con Dios y los hermanos.  Oremos.
2.                                   Para que cada vez más dejemos transformar nuestro corazón por la Gracia recibida en el Bautismo. Oremos

martes, 9 de octubre de 2012

OCTUBRE: MES DEL SANTO ROSARIO Y DE LAS MISIONES


Nos dice el Beato Alberione:
  • El rezo del santo Rosario es una plegaria muy completa: cada misterio es luz, es guía y socorro de la divina gracia.
  • El Rosario es una gran purificación, una gran comunión que se nos hace fácil a través de María.
  • El Rosario sirve para todas las necesidades de la vida, ayuda a todas las prácticas de piedad, consuela en el momento de la muerte.
  • Los cinco misterios gozosos nos invitan a pedir la gracia de vivir bien la vida privada, es decir, la vida de cada día.
  • Quien sabe rezar devotamente el Rosario meditando sus misterios atrae sobre sí una cadena ininterrumpida de gracias. El Rosario no es un adorno como lo puede ser para una mujer mundana un collar… El Rosario es una amonestación.
  • En los tiempos de grandes calamidades, la oración que la Iglesia siempre ha recomendado ha sido mayormente el rezo del santo Rosario.
  • No les digo que multipliquen los Rosarios, sino que los reciten siempre mejor, siempre con mayor confianza en la Virgen.
  • En cada misterio hay un mal para detestar y una virtud para aprender, por ejemplo:
 - En el primer misterio gozoso detestamos la soberbia y aprendemos la humildad de María;
 - En el segundo detestamos el egoísmo y aprendemos la caridad;
 - En el tercero, detestamos el apego a los bienes terrenales y aprendemos la pobreza;
 - En el cuarto detestamos la pereza espiritual y aprendemos el amor al culto;
 - En el quinto detestamos todo lo que nos aleja de Jesús, especialmente el defecto principal y pedimos que este defecto no nos haga perder a Jesús.
  • Cuando rezamos el Rosario repetimos cincuenta veces Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, María obtendrá a quienes practican fielmente la devoción del Rosario el desprendimiento de todo lo que es terrenal y la gracia de morir plenamente abandonados en Dios.
(Con il cuore di Paolo, págs. 213-220 y Alle Figlie di San Paolo 1940-1945 págs. 682-683)

miércoles, 3 de octubre de 2012

El año de la fe y la familia paulina


La Iglesia católica romana se prepara para celebrar El año de la fe desde el jueves 11 de octubre de 2012, hasta el 24 de noviembre de 2013 y, cuando me dieron la oportunidad de escribir aquí me pareció que debía ser el hilo central del artículo.
Sobre todo porque desde que empecé a colaborar con las publicaciones y tareas de la familia paulina, el tema de la fe empapó siempre las actividades.
El hecho de haber dispuesto esta acción pastoral tiene como finalidad contribuir al conocimiento de la propuesta cristiana y a la conversión de quienes no comparten esta fe, como a redescubrirla para que, quienes sí la conocen, sean testigos creíbles y capaces de indicar la puerta de esa fe a los que buscan. Asimismo, la finalidad de la acción pastoral paulina no dista nada de ser la misma que señala la Iglesia para este año.
Es un objetivo interesante mientras que la acción evangelizadora esté en la línea de la propuesta y no en la búsqueda obsesiva de la “conversión”, palabra en la que los obispos hacen hincapié. La conversión debería ser una opción que se puede tener en cuenta, pero que no puede ser lo único que ocupe el horizonte de quien presenta el mensaje de Jesús. No olvidemos que al dar a conocer este mensaje de Jesús, no lo hacemos para “ganar adeptos” sino para compartir lo que nos hace felices. La conversión del evangelizador debería apuntar a que la gente pueda descubrir los valores del evangelio y que su objetivo principal no sea que pertenezcan a la Iglesia.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Palabra de Dios


El Beato Alberione en su libro titulado “LEED LAS SAGRADAS ESCRITURAS”

Nos dice:
  • El libro de lectura espiritual preferido debe ser la Biblia. Muchas almas, sedientas de santidad, van por todas partes en busca de algún libro que nutra sus almas  y nunca se satisfacen. Lo que deben hacer es tomar la Biblia, porque sólo en ella encontrarán alimento abundante y sustancial.

De la Sagrada Escritura brota la virtud de la FE:
  • Quien lea con frecuencia y recta intención la Sagrada Escritura, adquirirá una fe vivísima en Jesucristo, y viendo lo que Él hizo por la redención del género humano, le suplicará con fe firme y serena que le conceda los medios necesarios para salvarse.
  • Pero la Biblia no solo nos presenta a Jesucristo como objeto central de nuestra fe, ya que nos describe los ejemplos de hombres caracterizados por una fe grande y admirable, y esto nos lleva a reconocer nuestra fe y aumentarla.

De la Sagrada Escritura brota la virtud de la ESPERANZA:
  • La lectura de la Biblia no solo despierta en nosotros la esperanza del cielo, sino que también aumenta la confianza de que Dios ha de concedernos todas las gracias para merecerlo.
  • ¨Leed la Sagrada Escritura y seréis consolados, pues encontraréis, en ella, todo lo que deseáis. Vuestro corazón se sentirá saciado de todos los bienes que anheláis, aprenderéis a orar y a conseguir el cielo¨

De la Sagrada Escritura brota la virtud de la CARIDAD:
  • ¡Cómo vibra el amor de quien lee la Sagrada Escritura! ¡Qué emoción sentimos  al leer la bellísima parábola del Buen Pastor, donde podemos ver a Dios mismo yendo en busca de la oveja descarriada, al mismo tiempo que, una vez encontrada, la abraza, la toma en sus brazos y la conduce a un lugar seguro!
  • También se enciende y se aumenta el amor al prójimo leyendo, por ejemplo, los milagros realizados por Jesús con los que deja limpios a los leprosos, sana a los paralíticos y a los enfermos de todo tipo, libera a los oprimidos por el demonio, devuelve la vida a los muertos, etc.
 Hna. Fidellis, hsp.

jueves, 17 de mayo de 2012

“Silencio y Palabra: camino de evangelización”

Este es lema que dará inicio el domingo 20 de mayo a la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2012. Se reflexionará sobre un aspecto del proceso humano de la comunicación que, para algunos puede ser intrascendente, pero para otros se constituye en algo fundamental para la vida. En esta oportunidad, Benedicto XVI plantea la relación que hay entre el silencio y la palabra: dos momentos de la comunicación que deben equilibrarse e integrarse para un auténtico diálogo y una profunda cercanía entre las personas.
Como comunicadores del evangelio les ofrecemos un extracto del mensaje del Papa, cuando se refiere a la necesidad de hacer “silencio” en la comunicación:

El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico conocimiento compartido. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de “ecosistema” que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonidos.