domingo, 30 de octubre de 2011

"Ecos de Alberione" - 8

“Examinen las Escrituras, ellas dan testimonio de mí...sin embargo, ustedes no quieren venir a mí…”


“Una luz más clara” dice el texto de Abundantes Divitiae sobre aquella inspiración que tuvo P. Alberione de difundir el Evangelio y hacer de esta tarea algo propio de la misión Paulina. Antes de plasmar esta idea, se dieron otras en las cuales desplegó su creatividad y necesidad de llevar la palabra de Dios a todos. Así lo confirman sus jornadas dominicales de la Biblia, que seguramente ayudaron y reavivaron la vida de la Iglesia. Recordemos, que por aquella época muy pocas personas leían el Evangelio y por otra parte, se frecuentaba poco la Comunión. Existía la idea de que no se podía llevar al pueblo la palabra de Dios, y muchos menos la Biblia.

“En agosto de 1907 organizó tres jornadas dominicales de la Biblia, explicándola en forma catequística y con aplicaciones catequísticas… La lectura del Evangelio era casi exclusiva de los no católicos, quienes lo interpretaban según el criterio de cada uno”(Abundantes Divitiae, n. 138-139).

Para que el Evangelio fuese difundido en esos tiempos y de acuerdo al contexto en que vivió nuestro Beato, se necesitaron tres elementos básicos a considerar: llegar a todas las familias y en lo posible con el catecismo; que el Evangelio se constituyera en paradigma e inspiración de todas las publicaciones católicas; y por último, culto al Evangelio, en el sentido de darle su espacio, respeto y acogida para una mejor comprensión de su mensaje.

“Que el Evangelio penetrase en todas las familias, juntamente con el catecismo… Que el libro del Evangelio fuese modelo e inspirador de todas las ediciones católicas… y que se diese culto al evangelio, es preciso tratarlo con veneración…” (Abundantes Divitiae, n. 141-142-143).

Fueron estas notas inspiradoras que le permitieron pensar un Evangelio interpretado según el sentir de la Iglesia y explicado a la luz de la fe, el culto y la moral. Nace de esta forma la edición de un evangelio con notas catequísticas, que le permitieron animar sus homilías en la Catedral de Alba todos los domingos.

“Los hombres ya no acudían a las Vísperas dominicales, así que era necesario explicar el Evangelio en las misas, todos los domingos; y así lo hacía él apenas fue sacerdote. Costumbre que después se extendió a muchas parroquias” (Abundantes Divitiae, n. 140).

P. Alberione tomó conciencia de lo que significó estudiar la palabra de Dios, y por medio de ella, conocer a la persona de Jesús. San Juan nos señala que al leer las Sagradas Escrituras estamos en camino al conocimiento de Cristo (cf. Jn 5, 39) y así lo entendió el primer Maestro. La predicación del Cristo Resucitado es producto de una experiencia de Dios permanente y en sintonía con su Palabra. Desde una fe razonada y encarnada nos adentramos en el misterio de Cristo, pero es preciso concientizarlo no sólo en la mente sino en el corazón, allí donde anidan las intenciones más sublimes del hombre pero también las más viles.

“Que se diese culto al Evangelio; es preciso tratarlo con veneración. La predicación debe referirse y amoldarse bastante más a él: sobre todo, vivirlo en la mente, en el corazón y en las obras” (Abundantes Divitiae, n. 142).

Fredy Peña Tobar, s.s.p.

2 comentarios:

  1. Al releer esta reflexion que nos hace Fredy, sobre el Beato Alberione, recorde que en una epoca, no solo no leiamos la Biblia, sino que en
    las Misas, que no fueran solemnes, no habia homi-
    lias...Gracias a Dios, las cosas fueron cambiando
    y para bien.!!!

    ETELVINA

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  2. Sobre la nota de Lady Gaga ¿Cómo la Iglesia va a transmitir el mensaje con FEALDAD estética y ética ,como Gagá?

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