domingo, 2 de octubre de 2011

"Ecos de Alberione" - 6

La misión paulina, sus perspectivas y contrariedades


Muchas iniciativas se dieron en los inicios de la misión paulina. Una de ellas, como la apertura de la primera casa, se dio en medio de problemáticas que junto a la frágil salud de nuestro Beato, acrecentaron las dificultades de materializar cada proyecto. Entre sus variadas ocupaciones y responsabilidades, como: la dirección espiritual a seminaristas y personas en general, dictar clases, los ministerios en la diócesis, etc. P. Alberione no dejó de advertir la presencia de Dios en su vida, la cual iba fortaleciendo sus decisiones, su capacidad de lucha y el deseo de llevar adelante el proyecto paulino que tenía en mente.

“Él entonces consultó: ‘Temo cometer una gran imprudencia reuniendo personas para una misión, con serio peligro de abandonarlas a mitad del camino’. Se le respondió: ‘El Señor piensa y provee mejor que tú, sigue adelante con fe’. Desde entonces ya no tuvo incertidumbres” (Abundantes Divitiae, n. 111).

Sin lugar a dudas, esto significó para él una preocupación más en su itinerario de materializar el proyecto paulino y también, el discernir cuál era la voluntad de Dios en todo esto. De acuerdo a sus escritos, este desasosiego se constituyó por algunos años en un tormento espiritual. Pero, esas preocupaciones no lo amilanaron, ya que la apertura de la primera casa fue toda una realidad (realizada por P. Timoteo Giaccardo y sor Amalia Peyrolo, en enero de 1926, en la Vía Ostiense 75/E).

“Tuvo cierta luz un día en la oración: ‘Tú puedes equivocarte, pero yo no me equivoco. Las vocaciones vienen sólo de mí, no de ti, éste es el signo externo de que estoy con la Familia Paulina” (Abundantes Divitiae, n. 113).

Otra iniciativa de P. Alberione fue trasladarse a Roma para acercarse y vincularse más estrechamente al servicio de la Santa Sede. De este modo, el espíritu, la doctrina y la actividad apostólica eran asimilados desde la fuente, es decir, el papado. Asimismo, su espíritu expansivo nace de ese espíritu católico y del mandato divino: Id, predicad a todas las naciones. Fue impregnado de ese espíritu desde su Confirmación y creció más todavía con su Ordenación.

“Roma es maestra del mundo, tiene, no obstante, las puertas abiertas a la humanidad; de Roma parten los enviados en todas direcciones… Asia y África le atraían particularmente; cuánto más se desprende el hombre de sí mismo, tanto más profunda y ampliamente siente las necesidades de los pobrecillos que no poseen los dones celestiales…” (Abundantes Divitiae, n. 115 y 120).

La cercanía con el obispo de Alba, Mons. Francisco José Re –terciario dominico− y las conferencias a los terciarios, le valieron el nombramiento como director de éstos, experiencia que lo llevó a leer libros y revistas de la Orden. Es en 1916 que pensó en esta idea de incorporar a la Sociedad de San Pablo personas que desearan madurar su vida cristiana, con el cariz paulino (Iniciativa aprobada por el obispo de Alba, el 30 de junio, 1917).

“Iniciada ya la Sociedad de San Pablo, pensó que se necesitaba agregarle una especie de tercera orden… personas que quisieran mejorar su vida cristiana según el espíritu paulino, juntando el apostolado con la oración, las obras y los donativos: ‘Unión Cooperadores del Apostolado de las Ediciones’” (Abundantes Divitiae, n. 122).

Fredy Peña T., s.s.p.

1 comentario:

  1. Todo lo que he ido leyendo y conociendo del Beato
    Alberione, me motiva a un interogante que paso
    con nuestro anterior Papa, hoy tambien Beato, que
    era amante de Canonizar rapidamente a muchos pos-
    tulantes y pareciera haber pasado de largo a San-
    tiago Alberione, cuya vida era un ejemplo de santidad...???
    ETELVINA

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