domingo, 11 de septiembre de 2011

"Ecos de Alberione" - 3

No siempre el momento está maduro…


P. Alberione siempre procuró una búsqueda constante de vocaciones jóvenes y, en lo posible, que éstos tuvieran una formación sólida no solamente para los estudios eclesiásticos, sino también en distintos ámbitos del conocimiento. De ahí que no descansaba ni aun en sus vacaciones para instruirse y asesorarse en la preparación de los futuros paulinos.

“En ratos libres procuraba acercarse a los superiores para conocer los métodos de captación y formación de las personas. Advirtió entonces la necesidad de dar preferencia a los jóvenes…” (Abundantes Divitiae n. 36).

Deseoso de atraer vocaciones jóvenes con la intención de hacer de ellos auténticos hijos de Dios, se preguntó: ¿Por qué no asociarlos a un apostolado? Apostolado que no exclusivamente debía ser hecho por Sacerdotes, sino también por hermanos laicos entregados desinteresadamente en la construcción del Reino.

“Sacerdote que escribe, hermano que multiplica y difunde con el trabajo técnico… ¡Intimamente asociados en la vida religiosa, sacerdote y hermano, unidos en el mismo apostolado, para prepararse la corona celestial!” (Abundantes Divitiae n. 41).

El constante discernimiento y maduración de sus ideas le iban mostrando a nuestro Beato cómo Dios se hacía presente en cada uno de los acontecimientos. Sobre todo, cuando la visión del hombre se oscurece y se enreda por su fragilidad, defectos, y errores que enturbian su mirada. P. Alberione se dio tiempo en cada decisión y esperó la providencia divina para ver cómo se manifestaba. Prueba de esto fue su iniciativa de elevar oraciones para el funcionamiento de las Hermanas Pastorcitas en 1908, que se materializó sólo después de treinta años.

“Por otra parte, no hay que forzar la mano de Dios; basta vigilar, dejarse guiar, en las distintas obligaciones tratar de involucrar mente, voluntad, corazón, energías físicas…” (Abundantes Divitiae n. 44).

Solía suceder que, en sus momentos de discernimiento, a veces pasaba mucho tiempo antes de tomar una decisión o simplemente “las luces” no venían. Permanecía días en su habitación y luego salía con ideas y sugerencias nuevas para ser concretizadas.

“No siempre el momento estaba maduro, pero el Señor hacía conocer las cosas, dejando a su siervo el trabajo, incluso los errores… para intervenir luego remediando errores y fallos, y obrar en lugar suyo” (Abundantes Divitiae n. 47).

A la luz de estos acontecimientos, el mundo no quedaba indiferente al asesinato de la pareja archiducal de Habsburgo, y de esta manera Austria declaraba la guerra a Serbia, con la consecuente entrada en conflicto de dos bloques opuestos: Alemania y Rusia… lo que desencadenó en la “primera guerra mundial”. Sin embargo, en un pequeño rincón de Italia, un hombre atesoraba un haz de esperanza en medio de un contexto hostil que se avecinaba. Nuestro Beato −P. Alberione− no se amilanó para fijar los fundamentos de la futura Pía Sociedad de San Pablo, que fundó un 20 de agosto de 1914, fiesta de san Bernardo de Claraval y muerte del Papa san Pío X.

Fredy Peña T., s.s.p.

1 comentario:

  1. Interesante y real la resenia que hace aqui Fredy
    sobre como elegia el Beato Alberione a la juven-
    tud, que se dedicaria y se dedica hoy, a difundir la Obra Paulina. Una de las caracteris-
    ticas es la formacion solida que tienen tanto eclesiastica, como en todos los ambitos del cono-
    cimiento, lo que hace que de gusto conversar con
    ellos, ya que siempre se aprende algo mas.!
    ETELVINA

    ResponderEliminar