domingo, 27 de noviembre de 2011

Testimonios - don Giovanni Roatta, ssp

HOMILIA DEL P. GIOVANNI ROATTA sobre el P. Santiago Alberione
30 de Noviembre de 1971 - Funerales solemnes (Cripta "Regina Apostolorum")
 
Después del reverente silencio y la oración de estos días, estamos aquí para darle nuestro último saludo al hermano en Cristo el P. Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina y padre espiritual de nuestras vidas.

Están aquí delante de nosotros sus restos mortales, que por casi 88 años llevaron su gran espíritu, incesantemente esperaba el encuentro con Dios y con los hombres, y que dentro de poco encontraran reposo en las bases de este templo construido por él como centro de su familia religiosa; aquí estamos nosotros, hijos e hijas de la vocación paulina que él nos ha dado y que queremos llevar a pleno cumplimiento  en la fidelidad a su espíritu; aquí están los dignos representantes de la Jerarquía de la Iglesia y del laicado, que se unen fraternalmente a nosotros en esta hora de sufrimiento y de oración; aquí en medio de todos, creemos firmemente, que está Jesucristo, el Maestro divino, Camino, Verdad y Vida, en el cual el P. Alberione ha incesantemente vivido y trabajado; está presente en su Palabra, que nos ilumina y nos conforta, en el misterio pascual de la muerte y de la vida, que en El celebramos, en nuestra íntima unión de hermanos, que en El nace y se cumple y que quizás hoy más que nunca ha sido por todos intensamente sentida.


Le damos el último saludo a nuestro Fundador, el P. Santiago Alberione: lo hacemos en los término breves y sustanciales de su mismo estilo, cuando, a largo de 55 años de su fundación y gobierno, saludaba a los hermanos que nos dejaban para irse al Reino de Dios.

El 3 de febrero de 1960, hablando en la Misa fúnebre en sufragio del P. Juan Buatista Ghione, de la primera hora, el P. Alberione decía estas palabras: 

"Para valorar convenientemente la vida, es necesario recordar que no es dar mucho o lo que sobra o lo menos a Dios pero lo que es importante, es darlo todo: dar todo, sin reservarse nada...El P. Ghione, lo dio todo. No poseía talentos extraordinarios, pero todo aquello que tenía lo ha gastado bien al servicio de Dios y de las almas".

Estas mismas palabras se las repetimos hoy a él, el P. Santiago Alberione, con esta única variante: él recibió de Dios talentos extraordinarios. Dotado como era de la naturaleza y de la gracia, él lo dio "todo", al servicio de Dios y de las almas. En esta palabra, todo, está la síntesis simple y profunda de su pensamiento espiritual y la maravillosa realidad de su vida: en ella se recoge el sentido de esta nuestra consideración de tarea.

Aquí de hecho como él proponía está el núcleo de la espiritualidad que nos ha transmitido: "todo el hombre en Jesucristo, para un total amor a Dios: inteligencia, voluntad, corazón, fuerzas físicas. Todo: naturaleza, gracia, vocación para el apostolado"; he aquí como él concebía la consagración religiosa: "Consagro todo mi ser a Dios. Todo: he aquí la gran palabra. La santidad nuestra depende de este todo".

·         he aquí su modo de recibir a la persona humana y de amarla: "Cuando bendigo, bendigo todo el ser: no solamente la cabeza, o la voluntad, o el corazón, sino todo el ser";

·         He aquí su interés apostólico hacia los hombres: "hacer que e hombre viva en Jesucristo con todo su ser y en todo su ser";

·         He aquí su horizonte eclesial y apostólico: "dirigido hacia todo el mundo, en todo el apostolado, para todas las categorías de personas, todas las cuestiones... todas las necesidades públicas y privadas, todo el culto...".

Esta es la perspectiva, fuerte y unitaria de esta existencia llamada por Dios para vivir y sugerir, por 70 años de este siglo, el sentido de la integralidad humana en Cristo, es decir, aquella que resultará de una preocupación fundamental del Concilio Vaticano II: La respuesta a la vocación integral del hombre.

Hermanos, delante de los restos mortales de este hombre que ha se ha puesto a sí mismo y a nosotros en esta exigencia integral de vida, nosotros pensamos en ello por un momento y nos preguntamos sinceramente si esta exigencia radical haya tenido la plena configuración en su persona y que nunca podremos significar las dramáticas palabras por él pronunciadas en el documento íntimo de 1953:

"Debería narrar una doble historia; la historia de las divinas misericordias para cantar un bello Gloria in excelsis Deo, y la historia humillante de la incorrespondencia al acceso de la divina caridad y componer un nuevo y doloroso Miserere...  En cuanto a mi pobre cuerpo: ha hecho parte del divino querer, pero debe desaparecer de la escena y de la memoria, aunque si, por ser el más anciano, debería tomar al Señor darlo a los demás. Así, terminada la Misa,, el sacerdote depone la patena y permanece lo que es delante de Dios".

¿Cómo es el P. Alberione delante de Dios? ¿Qué podemos pensar de este sentimiento de nulidad y de con correspondencia que ha acompañado su vida? Cierto, no nos toca a nosotros entrar en el misterio de una vida cuyo único juicio lo realiza solo Dios, pero podemos intuir que está valiente denuncia de sí delante de todo, surge justo de la conciencia iluminada de "todo" y es una pieza fundamental: es la expresión del límite sufrimiento de la persona humana lanzada a plenitud en Cristo; es el sentido agudo de la responsabilidad delante de la llamada de Dios; es la humilde sensibilidad ante toda incorrespondencia, por parte de quien siente la severidad de sus tareas y la santidad de Dios. Y no hay razón, hermanos, porque nosotros, en esta hora de caridad y de sufragio, no recibimos seriamente esta ansia tantas veces expresada por su espíritu y no la presentamos a Dios en Cristo, para que lleva a nuestro Padre a la definitiva salvación de la vida, a la paz profunda y a la realización final de todo su ser.

Pero la Iglesia ha visto al P. Alberione bajo otra luz. En la audiencia concedida a la Familia Paulina el 28 de junio de 1969, su Santidad Pablo VI, había propuesto con una rara afección la síntesis dinámica de esta gran existencia:

"He aquí: humilde, silencioso, incansable, siempre vigilante, siempre recogido en sus pensamientos, que corren de la oración a la obra (según la fórmula tradicional: "ora et labora"), siempre atento para escrutar los "signos de los tiempo", es decir las más geniales formas de llegar a las almas, nuestro P. Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para dar vigor y amplitud a su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo y con los medios modernos".

Muchos entre los Paulinos llevan fijo en la memoria el cuadro de esta vida integral, que se ha desarrollado como una larga e intensa jornada de trabajo, con una tarea sin descanso, un dinamismo sin flexiones, una línea sin pausa, desde el alba hasta la tarde. Esta gran, intensísima jornada, resultante, podemos decir, de un conjunto de 25.000 jornadas que comenzaban normalmente a las 3 de la mañana con un largo encuentro con Dios y se proyectaba, hasta la hora de adoración conclusiva del día, en un continúo alternarse de acciones y de oración, de redacción y de encuentros personales, de correspondencia y de iniciativas para seguir, de clases y de ministerios sacerdotales, de una dura administración financiera y de vigilante atención a los signos tiempo, es la síntesis de una existencia integral, en la cual lo extraordinario  se había convertido en simplicidad y ordinario en la cual todo encuentra su puesto con orden, simplicidad y calma perfecta interior, como en una continua respuesta a un horario señalado por Dios.

Su recuerdo decisivo con Dios había acontecido el 1° de enero de 1901, en las primeras cuatro horas de este siglo, las cuales las pasó en adoración en la catedral de Alba y de la cual nació la luz y el propósito esencial. Esa noche, como él mismo recuerda, "se sintió profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo, con los cuales le tocaría vivir". Tenía 16 años: desde aquel momento él permaneció, según una expresión característica suya, en continua escucha de que Dios hiciese sonar la campana para el rítmico desarrollo de su jornada terrena. He aquí algunas de sus respuestas principales, como nosotros las podemos recoger desde afuera, es decir de la historia de nuestra familia religiosa:

·         ·         la ordenación sacerdotal en 1907;
·         su ingreso personal en el apostolado de la prensa con la dirección de la
     Gazzetta d’Alba en 1911;
·         la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo el 20 de agosto de 1914;
·         la fundación de las Hijas de San Pablo en 1915;
·         la erección de los Cooperadores paulinos en 1917;
·         la fundación de las Hermanas Pías Discípulas del Divino Maestro en 1924;
·         el trasplante de la Congregación en Roma en 1926;
·         el inicio de la expansión paulina con Brasil, Argentina y los Estados Unidos
     en 1931;
·         lel inicio de la revista Familia Cristiana, precedida y seguida por muchas
     otras publicaciones en la Navidad de 1931;
·         la fundación de las Hermanas Pastorcitas en 1936;
·         el comienzo de la Sampaolo Film en 1938;
·         la constitución de la oficina general de ediciones en 1952;
·         la fundación de las Hermanas Apostolinas en 1955;
·         la fundación de los tres Institutos Paulinos: Jesús Sacerdote, María
     Santísima de la Anunciación y San Gabriel Arcángel en 1958;
·         la constitución del apostolado de la radio en Brasil en 1966:

– y en medio de todas estas fechas entre las más significativas, una infinidad de actividades de detalles para poder seguir día tras día todas estas creaciones queridas por Dios y recibidas por la Iglesia, junto a muchas otras iniciativas intermedias y dependientes de estas principales: un trabajo arduo y multiforme, que normalmente requería de muchas vidas y que ciertamente ha colmado y desbordado la suya, hasta el Capítulo general en el verano de 1959, cuando el sonido de la campana de Dios lo llamó a replegarse, después de 55 años de la primera fundación, en el lento Calvario de su sufrimiento, oración y finalmente inmolación, se cumplió el objetivo del Viernes, 25 de noviembre.

De esta larga e intensa acción por Dios y por los hombres, los paulinos conocen las profundas motivaciones, que se alimentaban cada día en las largas horas de contacto con Cristo, en una vida de oración excepcional y que tuvo algunos momentos de decisiones fundamentales.

En una noche de 1923, cuando una grave enfermedad había llegado a su cúlmen y el P. Alberione casi muere, una presencia y una voz le dieron una nueva confirmación y orientación: "No teman; yo estoy con ustedes; desde aquí quiero iluminar. Tengan el dolor de los pecados". Son palabras que él hizo escribir al rededor de este templo y que son puntualmente repetidas en cada capilla de la Familia Paulina en cada parte del mundo. Desde aquella noche él tuvo todavía un camino de casi 50  años, y los miembros de la Familia Paulina una seguridad más grande para su respuesta a la llamada de Dios.

El centro de la vida y de la actividad del P. Alberione ha sido Cristo: el Cristo que ama y anuncia como Maestro, como el Camino, la Verdad y la Vida de los hombres, los cuales son introducidos por María, Reina de los Apóstoles, Madre de Cristo y Madre nuestra, y San Pablo, el intérprete más profundo de la vida en Cristo, el modelo más vivo de toda actividad apostólica. La vida del P. Santiago Alberione se desarrolla toda en este mundo espiritual, al cual participaba incansablemente alrededor de sí y a la cual da expresión valiente y magnifica en la construcción de los templos que han prácticamente empleado todo el curso de su existencia terrena: el templo de San Pablo en Alba, inaugurado en 1928, centro de la Casa Madre de nuestra Congregación; el templo dedicado al Divino Maestro en Alba, inaugurado en 1939, centro de la Casa Madre de las Hijas de San Pablo; el templo en honor a la Reina de los Apóstoles, en la que nos encontramos, consagrado en 1954, para las Casas generalicias de la Pía Sociedad de San Pablo y de las Hijas de San Pablo; el templo dedicado a Cristo Maestro, también en Roma en Vía Portuense, en la Casa Generalicia de las Pías Discípulas del Divino Maestro, que él ha podido ver prácticamente concluido, ya que fue inaugurado el 27 de junio de este año.

Aquí, en el templo dedicado a la Reina de los Apóstoles en estos tres grandes pisos sobrepuestos y que crecen en magnificencia, el P. Alberione había imaginado cantar la via humanitatis, de la cual María es el ejemplo espléndido en la luz de Dios. En un librito titulado justamente ‘Via humanitatis’, nuestro Fundador había trazado 30 cuadros de la historia de la salvación, que habrían debido ser pintados alrededor, en esta cripta, representando a María símbolo de la salvación y de crecimiento humano en la luz de Cristo y de la Trinidad Santísima. Tal historia es sin embargo prácticamente descrita partiendo de este altar, que representa los albores de la historia de la salvación - naturaleza y gracia - y crece hacia arriba, hasta la luz infinita del Espíritu que aletea en la cúpula superior y se infunde sobre la historia del mundo.

Justo en este ambiente intensamente pensado por él y querido por él, entrará ahora su cuerpo, para la larga espera de la resurrección final. Allá, junto a su primer hijo espiritual, el siervo de Dios el P. Timoteo Giaccardo, y con la sierva de Dios Maestra Tecla Merlo, que le estuvo al lado fiel y sabia en el desarrollo de la Congregación de las Hijas de San Pablo, él reposará, recibiendo las visitas de sus hijos e hijas, para una continua cita con los orígenes y para un constante repensar de una espiritualidad que tiene su centro en la integralidad de la persona humana en Cristo.

Cuando, se estaba pensando en la celebración de los 40 años de la fundación y ya estaba listo un volumen conmemorativo para esta fecha, se habló del título que abría podido llevar el volumen: en medio de la gran variedad de nuestros pareceres, el P. Santiago Alberione nos salió con esta indicación: "Pónganle por título: Me lanzo hacia adelante: es la palabra de San Pablo a los Filipenses y es e sentido de nuestra vida".

Creo, hermanos, que si pudiésemos cree en el P. Alberione nuestro padre el cual pueda ser el tema de guía para nosotros, en la hora en la cual él nos deja para recibir el premio, oiremos todavía, con la misma espontaneidad, las mismas palabras: "Me lanzo hacia adelante". Este ha sido el sentido de su vida paulina; esta es la orden que él nos deja, en nombre del protector escogido por él, San Pablo. Esta invitación supone, por nuestra parte, valentía, perseverancia, fidelidad, sensibilidad al tiempo en el cual vivimos: la valentía que han tenido los hombres como san Pablo y con el P. Alberione, de poner toda la vida al servicio de Cristo; la perseverancia en medio de los sacrificios y a las horas de las largas jornadas de preparación y de duro trabajo en la espera que llegue la hora de Dios; la fidelidad verdadera al espíritu, con sana libertad buscar las cosas "quae retro sunt" y que detrás deben quedarse, recordando sobre todo que el P. Alberione ha tenido como característica fundamental la capacidad y la voluntad de la novedad, en el campo del espíritu y del apostolado; una visión abierta, lanzada hacia adelante hacia los signos de los tiempos, sensible a los hombres con los cuales hacemos camino. ¿Qué haría hoy nuestro Fundador, para realizar el carisma que Dios le dio? ¿Cómo hizo para amar a Cristo con este empujón simple e inninterrumpida de toda la vida? ¿Cómo hizo para amar a los hombres y suscitar en torna a sí tantas energías de respuesta, al servicio de los hermanos de su siglo?

Delante a estas responsabilidades, nace hoy para nosotros, en este momento de gran valor, una nueva garantía: la intercesión del P. Alberione delante de Dios. El creía profundamente en la unión operante entre los hermanos vivos y difuntos: lo quiso expresar sobre la capilla mortuoria en Casa Madre: ut professione fidei, ita suffragiis et intercessione jungamur. Estamos unidos en la profesión de la fe; continuamos estando unidos: los vivos a través de los sufragios, los difuntos con la intercesión por nosotros delante de Dios. Nosotros creemos plenamente en esta intercesión que se inicia hoy para nosotros delante de Dios: y mientras el cuerpo del P. Alberione baja al sepulcro, para un reposo lleno de esperanza, nosotros retomamos con fe nuestro camino.

1 comentario:

  1. A mi me ocurrio algo muy particular, fue conocer al P.Hernan y enamorarme mas de San Pablo, para mi el Gran Apostol. Y al conocer la vida del Beato Alberione quede imbuida de su pesonalidad
    y comence a escribir en verso (iluminada por el esp.Sto.) con mas ganas que nunca para darlo a conocer al mundo y de alguna manera eso ha ocurrido, ya que me encuentro en lugares que jamas pense llegaria. Bendito seas...!
    ETELVINA

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