viernes, 6 de julio de 2012

"Ecos de Alberione" - 18


"Yo hago con él una alianza sacerdotal"


Cuando se acercaba a pasos agigantados su ordenación, P. Alberione completó una formación intelectual y espiritual arraigada en la tradición de la Iglesia, su doctrina, y en exponentes eclesiásticos de su época como Pío X. Pero también hubo otros referentes que dejaron una huella para imitar, sobre todo, en el plano del ministerio como: el reverendo Giovanni Battista y el canónigo Francisco Chiesa.

Nuestro Beato tenía una percepción muy positiva tanto del reverendo Battista como de Chiesa. Ambos aportaron a su vida grandes ejemplos y principios que los supo canalizar. De Battista decía: "Recuerdo el comienzo de mi vocación, que procede de sus instrucciones, de los catecismos y de sus ejemplos por el celo de las almas..."; y de Chiesa afirmaba: "Su vida fue excepcional y heroica en todas las virtudes; un maestro que con la ciencia comunicaba el espíritu; un párroco modélico...". Alberione tenía muy claro que el sacerdote debía ser celoso en la orientación espiritual de las personas. La relación del sacerdote con Dios no era un relacionamiento Yo-Dios, sino que debía ser más transversal y social. Por tanto, hoy también es necesario formar el "celo sacerdotal" por llevar almas a Dios. Es un deseo que brota de un espíritu de piedad que quiere glorificar a Dios y, a la vez, busca la salvación de las almas sirviéndose de la ciencia sacerdotal como medio indispensable para esa tarea.

Esta alianza sacerdotal con Dios llevó al Primer Maestro a ser un hombre de oración y muy asiduo a los ejercicios de piedad. En su afán de estar continuamente en esa presencia de Dios, valoró todas las cosas bajo esa entrega total, pues tuvo que asumir las grandes turbulencias sociales y políticas de su tiempo. En este contexto, la tarea de ser "padre espiritual", como lo reconoció monseñor Re un año después que Alberione se ordenó, se confirmaría en sus meditaciones y su labor de orientador espiritual en el seminario de Alba (1908-1914).

En sus Meditaciones (27 de octubre, 1908), Alberione propone dos enseñanzas acerca de la "necesidad" y el "modo" de meditar que lo consideró fundamental para el crecimiento espiritual de las personas en su relación con Dios y para el desarrollo de la personalidad. En cuanto a la "necesidad", estableció que era para no dejar inerte la gracia de Dios (fe-esperanza-caridad) y los dones naturales (razón-voluntad-corazón); para eliminar las máximas malas y poder hacer después el bien a los demás. En cuanto al modo de "hacerla", señaló algunas advertencias como: no querer juzgar el libro o el predicador; ver si hay cosas que meditar y que los ejercicios se enfoquen vía purgativa (odiar el pecado); vía iluminativa (virtudes de Jesucristo); vía unitiva (los premios).

Quizá como continuadores de la Obra del Primer Maestro, no hemos reparado en esta gran virtud: sintonía espiritual con Dios. Es una virtud digna de imitar, sobre todo, para quienes tienen la tarea de ganar almas para Dios. En este caso, los futuros sacerdotes paulinos han de reconocer y asimilar este legado espiritual de Alberione. Una prueba de aquello fueron sus Meditaciones, que se constituyeron en un preludio de lo que sería su vida espiritual hasta su muerte.
  
Fredy Peña T., ssp.

1 comentario:

  1. Todo lo relacionado con el Beato Alberione, me
    conmueve profundamente. Aprendi a conocerlo con
    los relatos y largas conversaciones que teniamos
    con Hernan, quien era gran admirador de su tra-
    yectoria. De ahi el "celo sacerdotal" de el y de toda la Familia Paulina...! No me pregunten el
    por que, de mi integracion a los tan bendecidos
    Paulinos.!!!

    ETEL

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