Discernir a la luz del Espíritu
P. Alberione fue un hombre de asidua oración. Su jornada comenzaba muy temprano, por la mañana y a solas con Dios. Sus grandes decisiones las volcó según lo que el espíritu de Dios le suscitaba en el silencio de la oración, los acontecimientos y por medio de las personas. Sabía que para llevar a cabo la obra paulina había que estar preparado y meditó sobre el momento adecuado para “lanzarse hacia adelante”.
En una actitud de espera, nuestro Beato, a ejemplo de Pablo, comprendió que en algún momento hallaría un signo que le permitiera materializar el proyecto que Dios le había encomendado. Por eso, hizo de la historia una oración; reflexionó sobre ella a la luz de la Palabra de Dios, discernió los signos de los tiempos y consecuentemente buscó la forma de determinar cuáles eran las respuestas que la misión paulina debía dar a las necesidades de la Iglesia.
Si hubo algo en que Alberione reflexionó fue, precisamente, la forma cómo se desarrollaba la historia. Sabemos que estudió bastante este tema, sobre todo a César Cantú (1804-1895), y también la historia eclesiástica de Renato F. Rohrbacher (1789-1856). Estos autores fueron un punto de referencia en su pensamiento, sea para tomar una posición crítica desde el acontecer social como eclesiástico. Pero también, como un lugar de partida para discernir lo válido, lo perenne, lo genuino de un período así y también determinó lo caduco, lo efímero, lo circunstancial de una civilización, de una cultura y de los acontecimientos.
Poco a poco, Alberione constató lo cambiante de la sociedad, y aprendió ciertas enseñanzas del mundo civil que transmitió a las futuras generaciones y que hasta hoy sirven como una receta de cocina para la vida de en general, por ejemplo: lo esencial de las cosas, la paciencia ante los hechos, el compromiso y, sobre todo, la esperanza a la que él llamaba “sano optimismo”.
Sin lugar a dudas, nuestro Beato fue un hombre de esperanza y aprendió a no lamentarse por las contrariedades de la vida –que siempre las hay−, ni desanimarse en los tiempos malos. Decía: “Hay que realizar las obras de Dios, hacer lo que se puede y dejar lo demás a la Providencia ”. Con todo, no perdió la esperanza de plasmar el “proyecto” intuido en aquella noche de comienzo de siglo y por lo tanto, no estuvo exento de dudas, temores y desengaños. Tuvo que fortalecerse muchísimo frente a los acontecimientos y dejarse guiar por la luz del espíritu.
Fredy Peña T., s.s.p.
El Padre Alberione ciertamente era un profeta!!!..... Les agradezco este espacio en el que dan a conocer su obra y sobre todo aquello que lo motivo a darlo todo... su testimonio de vida y de oracion es un ejemplo .... Gracias! Gaby - Parroquia San Jose del Talar
ResponderEliminarGracias Freddy, por este relato. Solo discerniendo a la luz
ResponderEliminardel Esp.Santo y en continua oracion, el Beato Alberione, pu-
do llevar a cabo su mision...!!!
ETEL