Primer misterio de Gloria
El jueves
7 de agosto de 1952, Alberione meditaba acerca de los misterios gloriosos y
esbozaba algunas pautas de cómo puede entenderse la Resurrección de Cristo, y
la nuestra.
A partir del relato de la
resurrección de Lázaro, nuestro Beato establece una diferenciación entre
aquella resurrección y la que será al final de los tiempos, es decir, la que
ocurrirá al fin del mundo. Lázaro volvió a la vida, pero después tuvo que
volver a experimentar la muerte. Alberione señala que la resurrección de Jesús
era un hecho, puesto que una vez cumplida su misión en este mundo, lo había
anunciado muchas veces: “El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará” (Mc 9, 31).
Su cuerpo no debía quedar en el sepulcro, con los estigmas de sus
sufrimientos… ¿Su cuerpo no tendrá una glorificación? ¿Deberá soportar el poder
de la muerte? No, Dios lo glorificó y está en el paraíso, sentado a la derecha
del Padre (RSP,
p. 144).
Hay una clara diferenciación que
plantea Alberione entre aquellos que han creído en la persona de Jesús y los
que no. Entre aquellos que aceptaron el llamado de Dios y los que decidieron
rechazarlo. Entre los que asumieron una vida con Cristo y los que optaron por
configurar una vida sin Él. Desde esta perspectiva, para nuestro Beato el
hombre se juega su opción, en esta vida, ante la promesa de Jesús, ya que el
inminente juicio de Dios, después de la muerte es inevitable. Resurgiremos todos, pero no todos del mismo
modo… El cuerpo de los condenados llevará grabados los pecados en los varios
sentidos que pecaron…En cambio, los cuerpos de los elegidos serán glorificados
por haber sido compañeros del bien (RSP, p. 144-145).
El pensamiento de Alberione, con
relación a la Resurrección, nos lleva a pensar que existía, en él, una visión
muy clara y definida:”los que se salvan y los que se condenan”. Quizás, el
imaginar cómo va a ser nuestra resurrección al final de los tiempos no es un
tema que podamos resolver ahora, porque no lo sabemos. No obstante, el estar
vivos, nos da la posibilidad de plasmar una vida diferente y más cercana a lo
que Dios nos pide; y no interesa si llegamos a una perfección o no, lo que sí
importa es si hubo un esfuerzo sincero de ser “mejores” y solo, en la
conciencia de cada uno, estará la respuesta a esa realidad. Por ahora, gastemos
la vida para el bien y Dios hará el resto. Dichosos
aquellos que al anochecer pueden decir: ‘Estoy cansado…’, después de una
jornada gastada por Dios… pues el descanso es para despertarse en un servicio
más fervoroso al Señor y al apostolado más diligente, más eficaz y más
inteligente (RSP, p. 146).
Fredy Peña T., ssp
Buenisimo Fredy, como siempre tu Art!. Hace unos
ResponderEliminardias tuve oportunidad de ver (para mi la 1era
vez desde el Vaticano) un Rosario meditado al que
habia llamado Francisco, con motivo del mes de
mayo mes de Maria, me impresiono enormemente la
humildad de Bergoglio, con su simple Rosario en-
tre sus manos. Realmente llevaba a la meditacion.
ETEL