“Confesarse con humildad”
En una
meditación dictada, un jueves 6 de marzo de 1952, nuestro beato señalaba
algunas recomendaciones para tener en cuenta al momento de confesarnos. Quizás,
el reconsiderarlas hoy nos viene bien para prepararnos en Semana Santa, y, con
mayor razón, para Pascua de Resurrección.
El empezar bien la jornada era
fundamental para Alberione, ya que aconsejaba recurrir a un espíritu de
mortificación y de oración íntima con el Señor. Estos hábitos, en la vida
espiritual, indefectiblemente, a la posteridad debían traducirse en una
virilidad rica de actividad, de méritos y socialmente útiles. Al parecer, su
mensaje iba hacia los más jóvenes, ya que el mostrar un interés por el estudio,
la práctica de la virtud y privilegiar la vida de oración, se constituyeron en
los ingredientes necesarios del itinerario espiritual paulino. Empezar bien la jornada, equivale a comenzar
bien la vida… ¡Qué hermoso es, de mañanita y con tiempo, encontrarnos unidos en
oración para recibir del Señor su luz, y pedir la gracia necesaria para empezar
con él y luego ir con prontitud al
apostolado! (RSP, p. 78).
Nuestro Beato afirmaba que al
momento de confesarnos era conveniente hacerlo con mucha humildad, pues solo una humildad despojada de toda
soberbia y orgullo, permitiría salir de nuestros esquemas y decididos a cambiar
nuestra conducta. Si algo tenía claro Alberione, acerca de las esclavitudes y
las miserias humanas, era que estas
provienen de un orgullo insistente e intransigente, que nos ciega. Decía: El pecado, en fin de cuentas, es orgullo; de
la soberbia llegó la ruina de la humanidad, y persiste la ruina de los hombres
que se salen del camino por orgullo (RSP, p. 78). En este sentido, enseñaba
que para vencer toda soberbia no había mejor ejemplo que la obediencia de Jesús; exhortaba a mirar cómo Jesús se humilló
ante sus adversarios hasta morir, por lo tanto, no pretendamos ser tratados con
mayor consideración. A veces, nuestro orgullo y vanidad nos reclaman: el
reconocimiento, el aplauso y el afán de protagonismo.
Alberione fue muy consciente de
que si alguien se confesaba, con sincero corazón, y con el deseo de convertirse
en una persona recta, decidida a cambiar de vida, impregnaría un “querer firme”
en la voluntad. Por eso, llamaba a poner cuidado en aquello que se confesara,
cuestionándonos: ¿Nos confesamos bien?
¿Con esa humildad que es la base para todas las demás disposiciones? A menudo
se llora por tonterías, y uno se alegra por el mal cometido… Hemos de pedir
perdón de nuestros pecados y confesiones no suficientemente bien preparadas o
no bien hechas (RSP, p. 80).
Fredy Peña T., ssp
Aprendi a sentir verdadero dolor de los pecados
ResponderEliminardespues que "me converti" el 5/8/1980. Cuando co-
noci la RCC en la Comunidad de la Ssma Trinidad,
llamada entonces Jn: 17,21. Siempre fui Catolica
pero como descubri "una Catolica standart" como
tantos...!!!
Muy bueno Fredy, tu Art.!
ETEL