miércoles, 3 de octubre de 2012

El año de la fe y la familia paulina


La Iglesia católica romana se prepara para celebrar El año de la fe desde el jueves 11 de octubre de 2012, hasta el 24 de noviembre de 2013 y, cuando me dieron la oportunidad de escribir aquí me pareció que debía ser el hilo central del artículo.
Sobre todo porque desde que empecé a colaborar con las publicaciones y tareas de la familia paulina, el tema de la fe empapó siempre las actividades.
El hecho de haber dispuesto esta acción pastoral tiene como finalidad contribuir al conocimiento de la propuesta cristiana y a la conversión de quienes no comparten esta fe, como a redescubrirla para que, quienes sí la conocen, sean testigos creíbles y capaces de indicar la puerta de esa fe a los que buscan. Asimismo, la finalidad de la acción pastoral paulina no dista nada de ser la misma que señala la Iglesia para este año.
Es un objetivo interesante mientras que la acción evangelizadora esté en la línea de la propuesta y no en la búsqueda obsesiva de la “conversión”, palabra en la que los obispos hacen hincapié. La conversión debería ser una opción que se puede tener en cuenta, pero que no puede ser lo único que ocupe el horizonte de quien presenta el mensaje de Jesús. No olvidemos que al dar a conocer este mensaje de Jesús, no lo hacemos para “ganar adeptos” sino para compartir lo que nos hace felices. La conversión del evangelizador debería apuntar a que la gente pueda descubrir los valores del evangelio y que su objetivo principal no sea que pertenezcan a la Iglesia.
 
El inicio de este Año de la fe coincide con el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y el vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica. Es curioso, pero todavía hay católicos que dicen “¿Cincuenta años ya y todavía hay gente que se aferra a las costumbres pre-conciliares?”, mientras que hay otros que se excusan diciendo “Y bueno, recién hace cincuenta años del Concilio, en la Iglesia las cosas tienen que hacerse prudentemente y bien pensadas” (léase que “prudentemente y bien pensadas” quiere decir “lentamente y sin molestar a los poderosos”).
La eclesiología del Concilio Vaticano II sigue siendo una novedad y resulta “de avanzada” para muchos, mientras que, en realidad, todavía resulta “escasa” para ponerse a la altura del Evangelio.
Es curioso que a veinte años de la publicación del CIC –Catecismo de la Iglesia Católica– todavía hay pastores y catequistas que lo proponen para que se use en las aulas y en los encuentros, contradiciendo lo que el mismo CIC dice en su presentación.
Sinceramente, y de cara a la tarea realizada por paulinas y paulinos según las intuiciones del Primer maestro, me produce cierto escozor que tanto esfuerzo no haya provocado una mayor toma de conciencia en los cristianos.
La convocatoria al Año de la fe, nos dice que en los actos que participe Benedicto XVI, especialmente durante la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, se favorecerá la unidad entre todos los cristianos. Una iniciativa que, ciertamente, es muy positiva; al menos alcanzaría con que no haya prejuicios ni discriminación y que la búsqueda de unidad sea con verdadero diálogo y no sólo queriendo que los demás piensen como uno. Y que esa actitud se cultive cotidianamente y no solamente en los encuentros con el papa.
En esta propuesta, las Conferencias Episcopales fueron invitadas a mejorar la calidad de la formación y a utilizar los nuevos lenguajes de comunicación y del arte. Un llamado que, a pesar de que hace muchos años que lo estamos escuchando, se avanza poco.
En lo que respecta a la formación, sería estupendo insistir en que los principios éticos cristianos sean verdaderamente ecuménicos, pluralistas y respetuosos de los pueblos originarios. No hay que dudar en denunciar la corrupción sostenida por el sistema capitalista que estimula el consumismo desmedido y coloca al tener por encima del ser. Por otra parte, también hay que formar en una ética de servicio, no de opresión, que le da una nueva connotación al concepto del poder tanto político como religioso ; porque quien no gobierna para servir, no sirve para gobernar.
En lo que respecta a los medios, que es el carisma propio de nuestra familia paulina, se debe rechazar explícitamente la manipulación que ejercen los que alienan, estimulan la violencia, la mentira, tergiversan los hechos y utilizan las medias verdades para desinformar. Y no me refiero sólo a los medios seculares sino también a los medios de comunicación religiosos que, por ejemplo, haciendo una lectura literal de la Biblia mantienen un sistema patriarcal, una postura machista, una teología sacrificial y una visión que conduce a la resignación y al conformismo.
Por eso, es oportuno fomentar los medios de comunicación alternativos y comunitarios que pueden ser el motor de una comunicación que ayuda a crecer y a construir un trabajo en red que resulte verdaderamente eficaz y potenciar las iniciativas que se realizan de parte de quienes se dedican a esta tarea desde hace años.
A las diócesis se les propuso impulsar congresos, jornadas y celebraciones penitenciales. Qué bueno sería que el contenidocontribuya a vivir una espiritualidad liberadora para contribuir a la construcción de un mundo que es posible, con paz y justicia social. Y que las celebraciones penitenciales promuevan una moral liberadora y rechacen la moral farisaica y opresora, moviendo a ser coherente entre el decir y el hacer.
A las parroquias y movimientos religiosos se les propuso celebrar la Misa en comunidad porque «es allí donde se proclama, celebra y fortalece la fe de la Iglesia». Por eso deseo que esas celebracionesno sigan una estructura eclesial ritualista, que rompe el modelo de Iglesia-comunidad y que sean eucaristías comprometidas con los procesos históricos de liberación y que no sostengan la involución impulsada por los sectores más conservadores.
Al cristiano “de a pié” no se le ofreció nada en particular, así que termino este artículo, sencillamente invitando a vivir la fe, a pensar la fe, a ser capaces de dar razones de ella y a vivirla con sentimiento y pasión. No olvidemos que la fe se vive en comunidad, y se pone en práctica con las obras. Y cada uno es responsable, en el sentido que no puede depender de lo que “hagan otros”.
Por eso, al releer estas líneas, me imagino que, con cada párrafo, podría escribir un capítulo entero, así que le propongo al lector que lo relea y que, a cada párrafo le dedique el tiempo necesario para “re escribirlo” para su vida.

1 comentario:

  1. Juan Carlos, impecable tu Art...! En este comien-
    zo del "Anio de la Fe", los verdaderos creyentes
    hagamos el proposito de ser Testimonios vivientes
    de la Unica Verdad en la que creemos.!!!!!!

    ETEL

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