Beato Timoteo Giaccardo
Primer sacerdote
paulino (Segunda Parte)
El padre Giaccardo tuvo
plena conciencia de esta su segunda misión. Escribía en su diario: “Me parece
ver claro que se define cada vez más este segundo ministerio: conservar,
interpretar, hacer penetrar y fluir el espíritu y las directrices del Primer
Maestro; y yo acepto con espíritu de humildad este ministerio, con ánimo dócil,
afectuoso, sincero”.
El P. Alberione confirmó: “Yo no tengo a
ningún otro que comparta tan acertadamente mis sentimientos y mi ánimo; ninguno
que tenga cuidado de ustedes con más sincera dedicación”.
Pero tenemos otro testimonio de interés
capital, manifestado por el mismo Fundador después de la muerte del padre Giaccardo:
“Desde el 1909 y el 1914, cuando la divina
Providencia preparaba la Familia Paulina ,
él tuvo una clara intuición, aun sin comprenderla del todo. Las luces que
recibía de la Eucaristía…, su ferviente devoción mariana, la meditación de los
documentos pontificios, le daban luz sobre todas las necesidades de la Iglesia y sobre los
modernos medios para hacer el bien.
“Entró en 1917 (todavía clérigo) como
maestro de los primeros aspirantes… y se quedó para siempre con el nombre de
“Señor Maestro”: amado, escuchado, seguido, venerado dentro y fuera. Fue el
maestro que a todos precedía con el ejemplo, que enseñaba de todo, que
aconsejaba a todos, que lo construía todo con su oración iluminada y ferviente…
Se puede decir que escribió en cada conciencia y se volcó a sí mismo en cada
corazón de Sacerdotes, Discípulos, Hijas de San Pablo, Pías Discípulas,
Pastorcitas; y de cuantos lo trataron en relaciones espirituales, sociales,
económicas…
“Desde el día en que lo conocí y le señalé
el Sagrario como luz, fortaleza, salvación, su vida fue una continua y
cotidiana ascensión… Él prefería decir con san Pablo: “Hasta la plenitud de la
edad de Cristo”.
“Era maestro de oración. ¡Sabía hablar con
Dios! Vivía de piedad eucarística, de piedad mariana, de piedad litúrgica; de
amor a la Iglesia y al Papa…
Fue maestro de apostolado. Lo sentía, lo
amaba, lo desarrollaba… Era un dispensador de energía, un sostén para los
débiles, luz y sal en el sentido evangélico.
El Primer Maestro le debe una inmensa
gratitud, y con él todos, pues todos se veían amados por él… Yo me fiaba de él
más que de mí mismo; y estoy contento por habérselo demostrado…”.
Como confirmación de este testimonio del
beato Alberione (Primer Maestro), reportamos algunas expresiones textuales del
mismo beato Giaccardo sobre el sentido de la misión paulina:
“El Divino Maestro debe reinar sobre todo,
debe ser dado “todo” a todos… mediante el Apostolado de las Ediciones. El
Apostolado de las Ediciones debe iluminar todos los apostolados, sostenerlos,
vivificarlos, abarcarlos, ejercerlos con sus apóstoles. Y éstos deben ser la
gloria de Cristo, Divino Maestro”.
“En servicio de Cristo Eucaristía, se
busca y se elige lo mejor… Así, al servicio de Cristo hecho “Palabra”, debemos
reservarle cuanto de mejor producen los hombres: el nuestro es un verdadero
Ministerio sagrado”.
El beato Giaccardo, después del Fundador,
fue el primer sacerdote que escribió y publicó un libro, en 1928, con el título
“María Reina de los Apóstoles”, que es la Patrona de la Familia Paulina.
En 1936 regresó de Roma a Alba como
superior de la Casa Madre.
Colaborador fidelísimo del P. Alberione, se prodigó sin descanso por las
Congregaciones Paulinas que iban naciendo, y que él llevó en sus brazos,
conduciéndolas a una profunda vida interior y a los respectivos apostolados
modernos.
Ya en edad madura, ofreció su vida por la
continuidad de su propia Congregación y para que fuera reconocida en la Iglesia la nueva
Congregación paulina de las Pías Discípulas del Divino Maestro. Y el Señor
aceptó su ofrenda.
Pasó a la Casa del Padre el 24 de enero de 1948, víspera de
la fiesta de la Conversión
de San Pablo. Sus restos mortales yacen en la cripta del Santuario de la Reina de los Apóstoles, Roma
(los del beato Santiago Alberione, en la subcripta). Santuario que mandó
construir el Fundador en el mismo solar donde el beato Giaccardo había fundado
la primera casa paulina fuera de Alba.
Fue beatificado el 22 de octubre de 1989.
Del
libro RICORDATI, SIGNORE, DEI NOSTRI PADRI, del P. Stefano Lamera, ssp